F. L. JIMÉNEZ

La rula de Avilés facturó el año pasado -el segundo en funcionamiento- un 17 por ciento más dinero que el precedente pese a haber vendido, en toneladas absolutas, un 19 por ciento menos de pescado. La explicación de esta aparente paradoja es doble: por una parte cayeron de forma notabilísima las descargas de xarda (una especie que aporta muchos kilos al balance anual pero escasos euros a la cuenta de resultados) y por otra funcionaron bien las pesquerías de especies que, como el bonito, alcanzan altos precios en la cancha. En su conjunto, el incremento medio de descargas de especies variadas fue del 28 por ciento.

El año pesquero se cerró en Avilés con la subasta de 13.400 toneladas de pescado que reportaron 28,5 millones de euros. Estas cifras aún no son suficientes para sacar a la entidad de los «números rojos» (pérdidas) que registra desde su apertura, pero según el gerente , Ramón Álvarez, «marcan al camino hacia los beneficios, de modo que si este año lográsemos repetir las cifras de tonelaje y ventas abandonaríamos el estado de pérdidas».

Por artes, el arrastre, según destaca el gerente, «mostró una gran fidelidad a la lonja, centralizando aquí el grueso de sus descargas». La flota de palangre comunitaria tuvo mucho protagonismo hasta que las inspecciones llevaron a varios armadores a buscar otros puertos de descarga. Y el cerco compensó un mal año de sardina con buenas capturas de chicharro y boga.