El gerente de la nueva rula de Avilés, Ramón Álvarez, sopesa llevar a la próxima reunión del consejo de administración de la entidad una propuesta de regulación de plantilla que se justificaría por la caída de actividad derivada de la presión inspectora de la que es objeto la lonja en materia de capturas. O dicho de otra manera, el imparable goteo de barcos que se van ala busca de puertos más «seguros» en términos de inspecciones reduce la carga de trabajo en la rula y, en consecuencia, sobrarán empleados en plantilla. La fórmula legal que permitiría sacar adelante este hipotético ajuste de plantilla sería un Expediente de Regulación de Empleo (ERE). La rula tiene en estos momentos 36 trabajadores (abrió sus puertas con 40, de los que cuatrto ya se han jubilado) y la medida siempre afectaría, según el gerente, «a menos de la mitad».

El malestar de los responsables de la rula avilesina por la presión inspectora es compartida por los armadores y comenzó a manifestarse el pasado verano, coincidiendo con un aumento notable de las visitas de los inspectores del Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural a los muelles de la lonja. El asunto ya fue polémico el año pasado y no parece que éste vaya a ser una excepción. Ayer mismo, los dos barcos de palangre de altura que descargaron de madrugada -el «Xuan Moncho», de Cudillero, y el «Villaselán», de Tapia- fueron objeto de inspecciones. Los armadores de ambos barcos, como otros con anterioridad, hicieron saber a la dirección de la rula que meditarán sobre su regreso a la rula avilesina mientras la política de inspecciones en la misma no sea, cuando menos, similar a la de puertos gallegos como Burela o Cillero, ambos en Lugo.

Los datos invitan, cuando menos, a la reflexión: durante todo el mes de diciembre, no se hizo ni una sola inspección en el puerto de Burela por seis en Avilés; en el presente mes de enero, Burela sigue con cero inspecciones y en Avilés, donde sólo hubo cuatro desembarcos de merluza del norte, se realizaron dos. «La media de inspecciones en Avilés durante 2010 fue de una por cada 4,3 desembarcos mientras que en los puertos gallegos fue de una por cada 30 desembarcos. ¿Acaso no invita a pensar esto en la existencia de una mano negra?», se pregunta el gerente de la rula.