Está anunciado que la canciller de la República Federal de Alemania, Angela Merkel, se reunirá en la Moncloa con Zapatero y, además de leerle la cartilla en cuanto a cumplimiento de las recomendaciones de la UE sobre el déficit, le va a ofrecer la posibilidad de elaborar un plan conjunto, germano-español, para reclutar algunos de los miles de trabajadores especializados, desde ingenieros a sanitarios y de hostelería, que está necesitando Alemania al haberse disparado la recuperación económica tras la dura recesión de 2009.

Las cifras de posibles contrataciones difieren según las fuentes, pero andan alrededor de 500.000 jóvenes de formación universitaria y profesional para periodos de dos o más años. El interés ha sobrepasado todas las expectativas. La central telefónica de la Embajada alemana en Madrid llegó a colapsarse en solicitud de información, y hasta las academias de idiomas que ofrecen alemán han detectado un aumento de matrículas.

La cuestión puede ser objeto de diferentes reflexiones, desde analizar una posible pérdida de capital humano, pero también evidencia que España, líder del paro general, con 4.700.000 de sus ciudadanos en las colas de empleo, tiene inactivos entre 900.000 y 1.000.000 de jóvenes de entre 25 y 30 años que no han conseguido aún su primer contrato laboral. España es el país de la UE con más jóvenes sin trabajo.

La tasa de paro juvenil asciende al 42%, y la gran mayoría no ha cotizado nunca a la Seguridad Social; por lo tanto, si no encuentran rápido un empleo, deberán alargar su vida laboral hasta los 67 años. Es pura utopía lo que pudiera considerarse normal, trabajar desde los 26 años de forma ininterrumpida, aunque en diferentes contratos y empresas, para poder cesar la actividad laboral a los 65 años.

Mientras Gobierno, sindicatos y partidos celebran el consenso sobre las pensiones, no puede extrañar la frialdad de los jóvenes, incluso el «cabreo», porque no tienen ningún motivo de satisfacción. La prioridad no es la edad de jubilación, sino tener trabajo.

En Davos, donde se juntan lo mejor de cada casa, del capitalismo, de la socialdemocracia, banqueros, brokers, lobbies e incluso premios Nobel, le han dedicado unos pocos minutos al paro juvenil. Un ponente afirma: «Estamos defraudando a los jóvenes, porque no va a haber dinero en el sistema. Para asegurar nuestras pensiones, quizás ellos no cobren nunca las suyas».

El presidente del FEM, Klaus Schwad, declaró al diario «La Tribune»: «Puede haber otro Mayo del 68 en Europa. Es muy probable que un día tengamos que afrontar una revuelta contra la negligencia de nuestra generación. El paro juvenil es insostenible a largo plazo».

No es especulación tremendista, el paro juvenil es un riesgo social que los políticos, en todos los niveles, debieran abordar con reformas estructurales y de las otras, y que al menos no provoquen a la juventud con sus dispendios, folclores e inauguraciones de país rico.

Es posible que una parte de la juventud desempleada se pregunte qué sentido tienen las próximas elecciones cuando el sistema les está dando la espalda.