El próximo 6 de febrero se cumplirán 40 años de la explosión de al menos uno de los seis acumuladores de la instalación de recalentamiento de vapor situada al pie de la planta de la acería LD-I de la entonces factoría de Ensidesa.

Sobre las 10.25 horas de dicho día, que era sábado, y en aquellas fechas un día laborable normal, se produjeron en un par de segundos al menos tres explosiones consecutivas de una magnitud considerable. Los efectos de la onda expansiva del vapor a unos 30 bares de presión produjeron, amén de los daños en el entorno inmediato, la proyección de piezas de considerables dimensiones y peso a más de un kilómetro de distancia.

Independientemente de los daños interiores, recordamos una viga doblada delante de la entrada del Colegio de Niños en la calle Monte Bobia y una enorme válvula semienterrada, como un obús sin explotar, a la altura del Nº 10 de la calle Gijón de Llaranes y que a las seis de la tarde aún conservaba una temperatura notable que había resecado el barro a su alrededor. Conservamos en la retina los escombros del despacho de pan del Cruce, donde no falleció su ocupante como consta en alguna crónica sino una cliente y el boquete en la pared de la sastrería Elías, adonde fue a parar un enorme trozo de chapa, local que hoy en día aún está en uso albergando un restaurante. Incluso tenemos la imagen de Severino, el cortador, casi un año después, caminado con muletas recuperándose de sus traumatismos. El domingo día 7 algún medio nacional daba un fallecido en la sastrería, cosa que no sucedió.

Desde la época de las míticas «campanas» que causaban la muerte silenciosamente no se había producido en la factoría ningún accidente de tales dimensiones y que además tuviese una proyección tan notoria y trágica en el exterior de las instalaciones.

La explosión, aparte del largo centenar de heridos, causó la muerte de ocho personas, número constatado judicialmente, aunque aún hay quien se empeña en aseverar sin ninguna prueba tangible que fueron «muchas más»; de lo que no cabe ninguna duda es que pudieron haber sido muchísimas más..

Quien suscribe vivió la explosión en el robusto edificio de Control Térmico, a menos de 200 metros de epicentro pero con la suerte de estar apantallado y protegido por el gasómetro de gas deshidrogenado, sufriendo, al igual que otros compañeros de taller, solamente una lluvia de cristales sin más consecuencias. El personal del Taller de Reparaciones Oeste también sufrió de pleno, por su proximidad, los efectos de la explosión. El foco de la explosión estaba situado a un centenar de metros al norte de la entrada del parque de bomberos de la factoría y dicha entrada quedó inhabilitada por la rotura de varios metros de tubería de gas que impidieron, en un primer momento, la salida de los vehículos.

El accidente tuvo una importante repercusión y la propia revista «Ensidesa», en su número 146 del mismo mes de febrero, titulaba su editorial como «Una gran lección de solidaridad» e informaba ampliamente de lo acaecido y de todos los actos religiosos en memoria de las víctimas. La prensa, tanto la provincial como la nacional, informó detalladamente el accidente.

LA NUEVA ESPAÑA del martes 9 de febrero confirmaba el fallecimiento de la octava víctima e informaba de la visita del ministro López de Letona y de su recibimiento por las autoridades civiles y militares, así como del funeral celebrado en la iglesia de San Nicolás de Bari.

Salvo la aglomeración de preocupados familiares y amigos, así como numerosos donantes de sangre en las inmediaciones del Hospitalillo, no hubo en ningún momento descontrol de ningún tipo, realizándose las maniobras necesarias para aislar las canalizaciones de gas y la parada de producción de casi todas las instalaciones. Médicos, bomberos, la guardería jurada, seguridad y personal voluntario se hicieron cargo de la situación de forma inmediata.

Las causas parece ser que se debieron a fatiga o defecto de la chapa de algún depósito. No hubo sobre-presión y por tanto las válvulas de seguridad no tenían por qué actuar. Los daños en las instalaciones fueron reparados, si bien la planta de vapor no fue reconstruida. Las pérdidas materiales se recuperaron, para las víctimas nuestro recuerdo.