Una vida de laboratorio es el aval del fotógrafo Gerardo Santana, que ayer presentó en el CMAE del Arbolón una retrospectiva de medio siglo de investigación en este ámbito. Bajo el epígrafe «Gerardo Santana: 50 años de obra», los espectadores pueden contemplar el dominio de las técnicas y el juego de la luz que ha conseguido este avilesino de adopción nacido en Huelva en el año 1942.

La trayectoria fotográfica de Santana viene de largo. Con 13 años empezó a trabajar en el taller de Domingo Huerta, y esta primera experiencia laboral marcaría su futuro. Tres años después decide ir a Madrid para incorporarse al estudio fotográfico de los hermanos Ibáñez. El aprendiz sube el siguiente peldaño y en 1967 crea su propio estudio. Decide entonces especializarse en la fotografía de moda, en la que ya se había iniciado de la mano de sus maestros, los Ibáñez.

La vertiente investigadora la inicia en los años 70, donde trabaja con el proceso CIBA desde su Laboratorio Fotográfico S.M. Crea entonces nuevas técnicas fotográficas, como la separación de tonos y la solarización controlada.

La retrospectiva que puede visitarse en el CMAE viene a suceder a una serie de muestras iniciadas en 1975 con «Impresionismo y color», donde plasmaba esa técnica fotográfica de la separación de tonos. Y tampoco la de Avilés es la primera retrospectiva que presenta, ya que en 2003 hizo una primera recopilación de su trabajo. En medio, un puñado de exposiciones de un hombre que pasó más horas de laboratorio que en las galerías mostrando su obra: «Recuerdo a un Pasado» (1983) con un repaso al positivado a partir de diapositivas; «Abstracción Cromática» (1995), sobre la utilización de la solarización controlada por medios técnicos; «Sensaciones Rotas» (2000); «El Mar: Retrato de una sinfonía» (2002) se inspiró en la obra del músico impresionista Claude Debussy. En Avilés también tuvo alguna pequeña muestra, pero la de ahora es el reconocimiento definitivo a su trabajo.