El concierto de la cantante e instrumentista Mart'nália, que en la noche del sábado llenó de sones latinos el otro lado de la ría avilesina, supuso uno de los eventos más señalados dentro de los actos culturales de inauguración del centro Niemeyer. La visita de esta artista de río de Janeiro a Avilés, además de representar un puente entre las dos ciudades hermanadas por la nueva construcción, sumó novedad y calidad musical en la agenda de apertura del centro recién estrenado.

Mart'nália es energía, frescura e historia, como así lo demostró a lo largo de una actuación de casi dos horas, sin picos ni pausas, muy dinámica. La artista, acompañada por una banda de geniales instrumentistas, contagió al público su vitalidad a través de todo un catálogo de sonidos de samba, reggae y bossa. De este modo, Mart'nália repasó sus mejores canciones en una hoja de ruta que integró diversos temas desde 2002, la época en la que su estilo más se diversifica.

A Mart'nália la avala una carrera extensa y sólida, que se remonta a la década de los años ochenta y está inspirada en la obra y figura de su padre, el reconocido sambista Martinho da Vila. De hecho, su nombre rinde homenaje a su padre y a su madre, la cantante Anália Mendonça, siendo una combinación de ambos. Mart'nália se ha ganado, no obstante, un lugar propio en este ámbito musical, y en 2008 traspasó fronteras hacia Europa y América. Talento, trabajo y constante renovación. Así se explica el apoyo de grandes nombres que Mart'nália mantiene desde sus comienzos, como Caetano Veloso o Celso Fonseca, que dirigieron algunos de sus trabajos.

Grandes nombres que estuvieron también presentes el sábado, en el concierto de la brasileña, en forma de canciones y también cuestiones de estilo, como el gusto por la instrumentación acústica o la importancia de la melodía vocal. Al mismo tiempo, Mart'nália potencia el elemento rítmico con un despliegue de instrumentos de percusión latina, brasileños y africanos con los que gana el directo, en una especie de sincretismo musical que además acentúa el elemento étnico. A través de su voz -cálida, a veces rota, personalísima-, la intensidad melódica acompaña a la rítmica, contrastada además por la cuerda aguda. Es así como Mart'nália revitaliza los clásicos.

En resumen, la presentación de Mart'nália fue un verdadero viaje para los sentidos, que arrancó con una versión del archiconocido «Don't worry, be happy», de Bobby McFerrin, y terminó con una batucada de libro.