El restaurante de la torre mirador del Niemeyer, que llevará el nombre de Gastrobar, será un espacio para una selecta minoría. Sólo doce personas podrán comer en él. Eso sí, la torre permanecerá abierta a todo el público como coctelería, en la cual disfrutar de las vistas de la ría y de la ciudad.

Tanto el Centro Niemeyer como los adjudicatarios del servicio plantean un innovador concepto de restaurante. Comer en él no será un mero servicio, sino que formará parte de una serie de actividades que implicarán varias horas. Eso sí, el carácter tan restringido de la propuesta hará que las listas de espera se disparen.

«No se plantea como un lugar en el que llegar, pedir mesa y comer, sino que quienes logren una entrada participarán de un espectáculo gastronómico», aseguró un portavoz del Niemeyer.

Uno de los objetivos que se persiguen es invitar a cocinar a renombrados profesionales. «Los clientes seguirán todo el proceso de cocinado: acompañarán al cocinero a la rula a comprar el pescado, al mercado a comprar la materia prima. Luego lo acompañarán mientras cocina y disfrutarán con él de la comida», indicó la misma portavoz.

El espacio en el que todo el mundo podrá comer por un precio módico y sin esperar semanas o meses por una reserva será la cafetería del centro, situada en el edificio de servicios múltiples.

No obstante, será Morán Gastronomía, la empresa adjudicataria de los servicios de restauración del centro de la ría, la que vaya diseñando el programa de actividades de estos espacios.

El servicio de la torre mirador aún no está abierto, aunque ya se puede acudir a la cafetería del centro. La organización del Niemeyer ya ha anunciado que estarán cocinando en este selecto restaurante para doce personas profesionales de la talla de Ferran Adrià, Arzak o el asturiano José Andrés. Según indica el propio centro, lo que se persigue es «elevar la gastronomía a la categoría de disciplina artística». Aunque habrá que tener suerte para catarlo.