Ahora que los políticos y gestores tienen en la boca el concepto «desarrollo sostenible» parece trasnochado que aún sigan imperando las políticas económicas frente a las conservacionistas. Sin embargo, en el Cabu Peñes se observan numerosos ejemplos de este hecho.

En la parte terrestre, hace más de veinte años existía uno de los mejores brezales costeros del norte ibérico. Sin embargo, un incendio intencionado en 1989 acabó con aquel ecosistema único: se pasó de brezos de casi 2 metros de altura a otros que no alcanzan el medio metro. Esta es una consecuencia de la problemática existente entre el uso agropecuario por los vecinos del entorno y la conservación del hábitat. Todos los años sigue habiendo incendios y siegas ilegales en el brezal cuando no sueltas de cabras por los acantilados.

Por otra parte está el uso turístico, al que se le sigue viendo como la gallina de los huevos de oro. Antes de que se abriese el museo del faro, los desmanes de los visitantes los fines de semana y vacaciones ya eran alarmantes. Desde que se potencia la zona como meca turística da pena y dolor ver las hordas que pisotean y destrozan el entorno. Como nadie señaliza ni advierte demasiados turistas piensan que todo el monte es orégano, y campan con sus coches hasta el borde del acantilado, destrozando aún más el hábitat. Algunos turistas extranjeros echan las manos a la cabeza al ver el estado de la conservación de la zona y el comportamiento de mucha gente.

Hace ya demasiados años que Cabu Peñes está declarado «Paisaje Protegido» por la Administración regional sin que se haya hecho nada para proteger lo que el papel contiene. Pero también el Ayuntamiento de Gozón tiene deberes sin realizar allí, pues buena parte de la gestión de la zona es competencia suya. Unos por otros, la casa sin barrer. La educación ambiental del segundo lugar turístico de Asturies debería ser obligatoria, pero hay un edificio de recepción sin abrir desde hace varios años, y entre el Principado y el Ayuntamiento andan a la gresca por a quien le corresponde poner el «guevu».

Pasando a la parte acuática, en la zona operan numerosos barcos de bajura. La zona parece estar controlada para los perceberos, pero creemos que nadie controla otras actividades pesqueras, ya que se colocan trasmallos justo al lado de las colonias de cría de las aves marinas, y los buceadores son frecuentes por allí. Es un hecho constatado como la colonia de cormorán moñudo está disminuyendo al enmallarse.