Myriam MANCISIDOR

«Eso lo haré yo». Cuatro palabras rescataron a Juan Rodríguez, «Cicli», de la cama en la que vivía postrado. Entonces ocupaba el tiempo leyendo las aventuras del «Capitán pedales» en su vuelta al mundo sobre ruedas y Cicli decidió levantarse y ligar sus dos aficiones: pedalear y viajar. Su sedentarismo, aún así, no era voluntario. Rodríguez sufre la enfermedad maniaco-depresiva, más conocida como trastorno bipolar pues lleva a quien la sufre del éxtasis de la felicidad al sinsabor de una depresión. Lo que Cicli comenzó no sin esfuerzo -realizó tres viajes internacionales con altibajos fruto de su trastorno- es ahora un reto: Juan Rodríguez lidera un proyecto para la normalización de las enfermedades invisibles, las mentales. Tiene 44 años y es de Avilés.

«Este trastorno tiene una parte biológica, en mi caso por causas desconocidas, que se explica por un desequilibrio electroquímico en los neurotransmisores cerebrales», explica, y añade: «La otra parte, muy importante, es la social». Juan Rodríguez sufrió los primeros síntomas de la enfermedad bipolar con 13 años. «Hasta los veinte tuve alguna crisis pero más o menos el trastorno era llevadero. Hacía deporte y tenía proyección, futuro como atleta. Entre los 22 a los 26 años empezó mi época negra. Tuve una variación de peso como consecuencia de la enfermedad de doscientos kilos en total y fue ahí cuando decidí que mis problemas de salud no iban a condicionar mi vida, una decisión muy difícil», subraya.

Sus síntomas, como los de la mayoría de bipolares, pasan de un anormal estado de éxtasis a un pozo que puede ser visible o invisible para los demás según las fases, que van de suaves o leves hasta el delirio. «En mi caso siempre se acentúan los síntomas a finales del invierno. Ahora mismo me falta chispa», confiesa. «Luego vienen días de normalidad asociada a un aumento de peso por la medicación y por cambios metabólicos, esto lleva parejo un menor rendimiento deportivo, por ejemplo», precisa, y añade: «Por este motivo no es de recibo que la gente asocie una minusvalía a algo que se ve como la falta de una pierna cuando esta enfermedad mental también puede condicionar mucho, para correr no hacen falta sólo piernas».

Juan Rodríguez es consciente, pese a todo, de que el rechazo que sufren en ocasiones los enfermos bipolares comienza por ellos mismos. «Existe cierto tabú que nos impide expresarnos y esto lleva a un gran desconocimiento de la patología», destaca. De ahí su reto, también su sueño. «Creo que se es socialmente analfabeto si no se va más allá, que se pueden cometer muchas injusticias por falta de información», recalca. Así que Cicli tiene previsto difundir por todos los medios posibles un proyecto para la normalización de las enfermedades invisibles que resume en las siguientes líneas a modo de decálogo reivindicativo.

l Concienciación. «El proyecto tiene como principal objetivo la concienciación de la sociedad a nivel individual y de las instituciones para evitar las situaciones de desamparo que se producen», explica.

l Trastorno. «La bipolaridad está en el origen de este proyecto pero no se limita a este trastorno, sino a todas las patologías que tienen en común su invisibilidad, es decir, las enfermedades mentales», dice.

l Incomprensión. «En el ámbito deportivo carecemos de deporte adaptado a pesar de tener minusvalías reconocidas y en el trabajo cantidad de problemas laborales terminan en un parte de baja por enfermedad común enmascarando de esta manera el origen de estos problemas. Las situaciones de incomprensión individuales son más difíciles de atajar», asegura.

l Realidad. «Quiero dar a conocer que se puede estar mal de salud y aparentar unos niveles de bienestar o felicidad, cosa que a la mayoría de las personas les parece incomprensible», sentencia.

l Proyecto. «Este proyecto está abierto a todos, individuos y colectivos. Es evidentemente divulgativo y mi página web -cicli2.blogspot.com- es el canal de comunicación directo conmigo», manifiesta.

l Terapia. «"Mi vuelta al mundo en bici, a la salud por los pedales" (nombre que dio a su tour en bicicleta) es sólo una parte del proyecto. Es importante divulgar la importancia del deporte como ayuda en el control de este tipo de patología. En mi caso es parte permanente de mi terapia y un objetivo terapéutico», señala.

l Responsabilidad. «Sólo está en nuestra voluntad y responsabilidad ser o no ser un buen paciente. Quisiera destacar la importancia de superación en momentos difíciles y destacar que empleando adecuadamente los recursos disponibles se puede llegar a los mismos sitios que los demás...¡incluso aún más lejos!», exclama.

l Justicia. «En Suecia hay gente colaborando con este proyecto. Allí están mucho más avanzados en ciertas cosas: allí las instituciones ven a la sociedad como una caja de ahorros, aquí como un banco al que se puede robar», manifiesta, y añade: «A todo el mundo le incomoda que le roben, pero es mucho más desagradable que no le reconozcan a uno lo que es suyo. Esto es lo que le está pasando a muchos enfermos mentales».

Juan Rodríguez, «Cicli», considera este proyecto un trabajo vital. «Mi existencia me demuestra la necesidad de seguir adelante», asegura. Este avilesino abrió los ojos hace relativamente poco, en 2003. Entonces vivía en Palma de Mallorca, donde contactó con una asociación que lo primero que le enseñó fue que el trastorno maniaco-depresivo -como a él se lo diagnosticaron- también se llamaba enfermedad bipolar. «Empecé a ir a las reuniones y conocí a gente como yo. Entonces me di cuenta de que había que buscar soluciones y dediqué cinco años a analizar y expresar correctamente por qué los enfermos mentales nos sentimos mal socialmente, en qué necesitamos mejorar. El año pasado parí el proyecto, hubo gente que me echó una mano y ahora pienso darlo a conocer», sentencia. Rodríguez es hoy el mismo que leyendo al «Capital Pedales» dijo aquello de «Eso lo haré yo». Y lo consiguió. Por eso no se pone frenos.

Entre otros campos de batalla, Juan Rodríguez tiene pendiente el conseguir que los enfermos mentales puedan competir en el deporte paraolímpico. «Es una cuestión de justicia social», dice. A nivel personal tiene otros retos: en 2012 celebrará las bodas de oro desde que participó en su primer triatlón. Para entonces aspira a participar en un «Ironman», la prueba más exigente de triatlón. También pretende seguir dando la vuelta al mundo con su bicicleta: próxima etapa, de Santiago de Chile a Alaska. De cada pedalada dejará huella en su web y en la red social Facebook donde seguirá explicando qué hay detrás de la euforia, el éxtasis y el sinsabor de un depresión. Y vuelta a empezar. Lo suyo es una vida entre dos polos opuestos: la manía y la depresión.