La reina doña Sofía, como en anteriores ocasiones, asistirá a las reuniones del Club Bilderberg en Saint Moritz (Suiza), a celebrar estos días y en las que estarán presentes diferentes personalidades españolas, financieros, empresarios y políticos, destacando la asistencia de Mª Dolores de Cospedal, que pronunciará una conferencia.

Para la opinión pública la noticia no tiene especial interés, solamente grupos «activistas» se posicionan frente a esta reunión de poderosos, el mayor experimento de la elite mundial en el poder y que está considerado como el padre de la famosa Comisión Trilateral (TC), que es, o dice ser, el órgano ejecutivo del Club Bilderberg.

Para centrar mínimamente el comentario, hay que recordar que el Club Bilderberg se creó en 1954 en Holanda e inicialmente se dedicaba a cuestiones militares. Esta temática imprimió un estilo secretista que ha continuado, a pesar de que desde hace años la agenda de trabajos se refiere a temas económicos, destacando la atención a los precios del petróleo, comportamientos financieros y reglas del comercio mundial.

El Club lo componen ciento veinte personas: presidentes de los países europeos, Canadá, EE.UU. y cincuenta dirigentes de las corporaciones más potentes del mundo. Participan también los representantes de las casas reales europeas, los banqueros más importantes así como el Banco Central Europeo, Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y una mínima representación del sector de la comunicación, como es el caso de Juan Luis Cebrián en nombre de PRISA. Por cierto, a las reuniones no se permite la asistencia de periodistas.

El Club Bilderberg, como la Trilateral, la Organización Mundial del Comercio (OMC), el Grupo Quad, International Chambers of Comercee, Investment Netwok (IN), European Bankin Federation, representan actualmente el auténtico poder, que es sobre todo una idea económica y no metafísica.

La dimensión de ese poder se agiganta teniendo en cuenta que deciden sobre toda la economía mundial, la producción, el consumo y el transporte.

Así la OMC, que reside en Ginebra, impone reglas que son supranacionales, es decir, más poderosas que las reglas y leyes de cada Estado. En la práctica, tal como ocurre en la CE, están decididas por un puñado de burócratas muy sensibles a las presiones de los respectivos lobbies y cuyos límites entre el poder político y económico son difusos.

Los del Club no van a Saint Moritz a hacer turismo. Sus jornadas de encuentro y reflexión siempre han tenido consecuencias. El año pasado se reunieron en la localidad de Sitges y asistió Rodríguez Zapatero, que expuso su plan de reformas, recibiendo a los pocos días un duro informe del Banco Mundial que no fue, según algunos, una desafortunada coincidencia sino una premeditada consecuencia. Seguramente es exagerado considerar al Club Bilderberg como «gobierno del mundo en la sombra» (Daniel Estulin). pero sí que está en esa colosal máquina que dirige el sistema por encima de la soberanía de los estados y desde luego, no movidos por la filantropía.

El Club, al menos, es punto de reunión de los grandes lobbies internacionales, americanos y europeos. No son invenciones fantásticas, son sociedades con nombres y apellidos y cuentan entre sus miembros a políticos en el poder o muy vinculados a él.

La reina doña Sofía ocupará la letra «S» de Spain y ella, que seguramente es quien mejor promociona la marca Borbón, dará una vez más ejemplo de saber estar y contará al Rey lo que corresponda, y quizás también a Rodríguez Zapatero.