S. FERNÁNDEZ

El hecho de que uno sea la suma de sus circunstancias hasta hace veinte años era una intuición filosófica que explicaba la teoría del conocimiento. Con el descubrimiento de las neuronas espejo en los seres humanos -hace apenas dos décadas- esta intución se convirtió en una verdad científica: la empatía, la capacidad de estar en el lugar de los otros, tiene causas orgánicas, tiene que ver, de hecho, como explicó ayer el psiquiatra Martín Lorenzo Vargas, con la liberación de las hormonas llamadas oxitocinas.

Los esquizofrénicos son enfermos porque son incapaces de mostrar empatía, es decir, porque no pueden ponerse en lugar del otro y este déficit crea un nuevo entorno en la mente que termina por apoderarse del paciente. El hecho de conocer el origen del delirio permite actuar sobre él: por medio de fármacos o a través de una nueva práctica del conocimiento. Martín Vargas, que abrió ayer la segunda jornada del VIII Curso de actualización sobre tratamiento asertivo comunitario en salud mental, que se despide hoy en el Hospital San Agustín, habló en su intervención de cognición social y de su ausencia en los que padecen esquizofrenia. La cognición social, según apuntó Vargas, es «el conjunto de operaciones mentales que subyacen en las interacciones de los hombres», o sea, es la capacidad de pensar en lo que puedan pensar los demás.

¿Cómo se logra esto? Vargas fue desentrañando el camino. Habló de las diferencias entre cerebro y mente (contenido y continente) y de dos niveles de relación: uno subsimbólico y otro simbólico, los dos hilados por el signo. Los enfermos de esquizofrenia tienen cubierta de niebla su mente y esta invisibilidad les impide conocer el apego, la empatía o la imitación, los tres estadios previos para las relaciones humanas, la liberación de oxitocinas, la actividad de las neuronas espejo... O sea, como ejemplificó Vargas, la razón por la cual «un político habla como su líder o un discípulo como su maestro». A tocar la guitarra, añadió, se «aprende tocando, pero también viendo cómo otros también tocan».

El doctor Vargas saltó de aquí a las relaciones de rol. Explicó que la personalidad es «la narración de lo que uno cree que es en función de los otros» o, lo que es lo mismo, «la identidad se construye de modo social». La transgresión de esta definición, vino a decir el doctor Vargas, deviene en enfermad mental. ¿Cuál es el papel de los médicos? «Dar apoyo, pero también estar dispuestos a salir de escena», añadió y la doctora Jimeno coincidió con él. La capacidad de aprendizaje de los esquizofrénicos es deficitaria. Porque la niebla impide ver el final.