F. L. JIMÉNEZ / E. P.

Antonio Buenaventura Orta, el marinero de 33 años que el lunes resultó herido de gravedad al respirar aire viciado en una draga que trabaja en las obras de ampliación del puerto de Avilés falleció ayer en torno a las 18.30 horas en el Hospital San Agustín. Su muerte se produjo, según fuentes médicas, por parada cardiorespiratoria. Desde el primer momento, los servicios médicos habían descrito la situación del herido como «muy crítica» y ya habían anticipado la posibilidad de un desenlace fatal.

La confirmación de la muerte del trabajador consternó a sus compañeros de la draga «Josefina Pérez», que durante las últimas horas estuvieron expectantes a la espera de noticias sobre la evolución del paciente, incluidos los otros dos tripulantes del barco -Juan Carlos Pedreguera y Juan José Rodríguez- que resultaron heridos al acudir a auxiliar a Antonio Buenaventura cuando se percataron de que se había desmayado al entrar en una cámara estanca de la draga, presuntamente a buscar una herramienta que había caído dentro. En el caso de esos otros dos afectados por la respiración de aire viciado, las heridas fueron de carácter leve y recibieron el alta médica el martes. El dolor también se extiende a los familiares del marinero, varios de los cuales se desplazaron a Avilés desde Ayamonte (Huelva), donde residía el difunto; se da además la triste circunstancia de que la esposa de Antonio Buenaventura se halla en avanzado estado de gestación.

Hasta ayer mismo los médicos que vigilaban el estado de salud del trabajador de la draga hicieron pruebas a intervalos de ocho horas desconectándolo del respirador artificial que le mantenía con vida con la esperanza de que los pulmones reaccionasen y lograse respirar sin ayuda mecánica, lo cual no ocurrió. Con un cuadro diagnosticado de «muerte cerebral» debido a la inhalación de aire con una concentración de solo el 10 por ciento de oxígeno, las opciones de vivir de Antonio Buenaventura eran mínimas, según fuentes médicas. La familia, a la que se le planteó la posibilidad de donar los órganos del hombre, rechazó al final tal posibilidad.

Con este ya son dos los trabajadores fallecidos en el transcurso de los trabajos que se realizan para ampliar los muelles de la margen derecha de la ría. El anterior, en junio de 2009, fue un obrero de 52 años al que golpeó el gancho de una grúa durante la hinca de pilotes.