Saúl FERNÁNDEZ

La periodista Margarita Landi (Madrid, 1918-Albandi, Carreño, 2004) «recorrió por trabajo todas las provincias de España». Lo recuerda ahora su hijo Ángel Torres, que el viernes inaugurará en el palacio de Valdecarzana una exposición sobre la legendaria reportera de «El Caso». «Mostraremos sus pipas, fotografías, recortes de prensa, máquinas de escribir, todo... Mi madre lo guardó todo», asegura Torres. Él y su esposa están documentando cada uno de los pasos dados por Landi en la tierra. Y entre esos pasos: los crímenes que investigó en Asturias. «Viajó al Principado hasta en trece ocasiones, entre 1955 y 1971: la primera vez, después del asesinato de "El Piqui", en Oviedo; la última, cuando el zambombazo de Ensidesa, del que se cumplen ahora cuarenta años», apunta Torres. En cuatro ocasiones Landi escribió sobre muertes sucedidas en la comarca de Avilés.

En «El Caso», en noviembre de 1967, Margarita Landi publicó el artículo titulado «Extraordinario olfato de un juez de Avilés». La periodista madrileña relató la muerte de Rogelio García Colao, un vecino de La Argañosa, en el concejo de Illas. «Lo que a finales de febrero se consideró un desgraciado accidente, diez meses más tarde se supo que era un homicidio», escribió la reportera. Un juez de instrucción de Avilés, según contó Landi, nunca estuvo conforme con el archivo del caso. «El 17 de noviembre tras una conversación con el comisario de la Brigada Investigación», relata Landi, se volvió a abrir el caso. A resultas de esta investigación se descubrió que Rogelio García Colao se había peleado con Avelino García Arias y que por eso murió.

La base principal para la reapertura de la investigación fue el estado en que se encontró el cadáver: «Ojos hundidos a puñetazos, una mano rota en dos partes, labio inferior arrancado, golpes de patadas en todo el cuerpo, columna vertebral rota en tres partes y médula espinal aplastada», cuenta la periodista. En un principio, en febrero, se explicaron los golpes como consecuencia de una caída. El juez, como recordó Landi, supo que «tuvo que haber algo más aquella fatídica noche de febrero que produjo una mala muerte a un hombre del que todo el mundo hablaba siempre bien».

Lo que hubo de más, al final se supo, fue «una feroz pelea» que concluyó con la caída de García Colao desde el balcón de su casa. Murió siete días después en la cama del hospital «sin haber dicho una palabra de lo ocurrido». El hijo de García Colao entró a trabajar en la empresa Montajes Nalón, que era en la que estaba empleado el muerto.

En marzo de 1970 Margarita Landi escribió el artículo «Mi marido ha huido al monte» en «El Caso». La periodista relató que el anuncio que colocó como titular de su información reproducía las palabras que Adamina Flórez Fernández pronunció en el cuartel de la Guardia Civil. Según comentó a la Benemérita Victoriano Álvarez García, su esposo, «le produjo unas heridas cortantes tras una agria discusión y huyó luego de su casa con una escopeta y 30.000 pesetas». Los agentes, entonces, se aprestaron a encontrar al huido: no pudieron.

Landi cuenta en su artículo: «A los pocos días, uno de los hijos (del matrimonio) que vivía en Avilés y que ya había participado en la búsqueda de su padre, se acercó para atender las labores de la finca, tales como segar la hierba necesaria para alimentar las vacas, ordeñarlas... y aliviar en lo posible a su madre; el mismo día que lo hizo, se fijó muy extrañado en una pequeña parte del prado a unos cincuenta metros de la casa, cubierta de por tierra recién movida que formaba una visible depresión del terreno, que nunca antes estuvo allí. Y tuvo un presentimiento...» Se trataba de la fosa en la que su madre había enterrado a su marido.

Uno de los crímenes más salvajes que investigó la periodista Margarita Landi fue el que cometió Ana García Fernández, en enero de 1971: mató a su marido, Manuel Rambla, quemándole la cara con agua hirviendo con sosa cáustica. La periodista, según relata en «Abrasó a su marido», recibió una llamada anónima en la que le advertían sobre la muerte de Rambla, empleado de Dragados y Construcciones, una de las empresas auxiliares, entonces, de Ensidesa.

Rambla vivía «con una malvada» en la calle de Hernando de Soto, en Villalegre. En un principio se habló de defensa propia: le había tirado agua hirviendo y esto originó «tan espantosas heridas que murió tras unos días de atroces dolores». Landi recogió testimonios de la hermana de Rambla: «Ella le pegaba, le maltrataba y le echaba de casa».

Margarita Landi entrevistó a Ana García Fernández en Avilés, que explicó su acción: «Fue que me quiso ahogar y yo, para defenderme, le eché encima la pota con agua que tenía calentando en el fuego». Luego se supo que no hubo pelea. Que García Fernández aprovechó que su marido dormía. Landi escribió que, cuando se iba marchando de la casa de la muerte, le preguntó a la mujer: «Pero, dígame, Ana, ¿cómo es que siendo su marido un hombre tan fuerte violento, como me ha dicho, no se defendiera al ver que usted cogía la pota y se disponía a tirarle el agua hirviendo?» Contestó a Ana García Fernández: «...es que esperé a que estuviera dormido, pensé en echarla en sus partes, pero tuve miedo de que despertara». Ese testimonio se publicó, y seis días después la asesina fue detenida.