Sainete escrito por Margarita Sánchez, protagonizado por Estrella Blanco, Amparo Pamplona, Sarurna Barrio, Roberto Cairo, José Luis Gago, Pablo Viña y Ángel Burgos y dirigido por Amelia Ochandiano.

Lavapiés, en la época de Arniches, era el «barrio más castizo "de to" Madrid». Ahora parece que está en Dakar, en Bombay y en Pekín. Todo a la vez. Cuatro calles que rodean una plaza que bebe las aguas del Ave María, del Olivar y del propio Lavapiés. El centro más centro de Madrid. Cuando el Caudillo se dijo que la capital era el «rompeolas de todas las Españas». O sea, el vórtice de un huracán de la crisis económica, política y social. Todo está en Madrid, a todos acoge la ciudad que nació para trampear moros medievales. Ahora el barrio está viviendo un proceso de derribo. La especulación urbana, por la recesión, es implacable. Las casas que salían en las novelas de Pérez Galdós están sujetas con andamios y tapiadas cuando muere el inquilino; los tipos que vivían en las comedias de Carlos Arniches -que era de Alicante, que se inventó a los chulapos- ahora están viejos y llenos de achaques. Respiran como asmáticos y miran de reojo los escalones, no vaya a ser que se desmoronen y caigan sobre la mesa camilla del vecino. Lavapiés es historia. Y ahora construye su nuevo futuro. Este Lavapiés es el que sale en «Mi mapa de Madrid», un sainete de Margarita Sánchez, un delirio de pasado, las puertas que se abren al porvenir, la segunda función de estas Jornadas de Agosto del Palacio Valdés. «Mi mapa de Madrid», donde los nuevos madrileños reciben el futuro con resquemor, pero al final lo invitan a una caña. De las ruinas de Madrid se alza una nueva ciudad. Como Troya: la suma de nueve castillos.

Margarita Sánchez era actriz. Y en los noventa se pasó a la escritura. En el año 2004 terminó «Mi mapa de Madrid», que así, de buenas a primeras, sonaba a sainete local sólo apto para madrileños de pro, señores que añoran aquello que se ha ido. En 2005 hizo una lectura dramatizada y Amelia Ochandiano se pidió montar la función. Sánchez y Ochandiano eran vecinas. Y esto, la convivencia cercana, tiene su importancia. El sainete de Sánchez resume unos días ajetreados en un edificio en crisis, en una ciudad en crisis, personajes que apenas viven... Y Sánchez presenta en la primera parte lo cotidiano del tiempo (incluso con una modista reconvertida en bruja). Bebe del Buero del principio, de Lauro Olmo y de «La camisa», de Sastre y «La taberna fantástica». Tipos corrientes dejando correr el tiempo. Un perro que ladra, una mujer sin amante, un pobre de pedir... Amelia Ochandiano, en un momento dado, engancha a las siete criaturas (siete actores clamorosos) y, a ritmo del «Bolero» de Ravel, convierte el sainete en poesía. Plácido Domingo cantando el himno del Madrid. La fantasía está a la vuelta de la esquina. El muerto sin alma descubre el alma de todos los derrotados. Es «Mi mapa de Madrid», pero hubiera podido ser de Avilés, de Fez o hasta de Calcuta.