Hablar del tiempo es una típica actividad trivial, una conversación de ascensor para cubrir esos incómodos silencios que se producen en espacios cerrados frente a extraños o personas con las que tenemos poca confianza, o con las que, simplemente, no tenemos mucho de qué hablar y que suplimos con un «vaya cómo enfrió el tiempo», o «hay que ver cómo tira el nordeste». A pesar de esa trivialidad conversacional, la climatología no es, en absoluto, algo trivial en nuestras vidas. De hecho condiciona nuestro comportamiento, organiza nuestra vida social, influye en la economía y afecta al estado de ánimo.

Este verano en Asturias el tema del tiempo ha salido de los ascensores, y no hay conversación en la que no esté presente; que si vaya verano que estamos teniendo, que si solo hubo cuatro días de playa, que si en julio tuvimos que ponernos hasta chaqueta de invierno... Y así, día tras día, subimos las persianas esperando no encontrarnos con nubes negras y con la temida lluvia, esa que cancela conciertos, estropea romerías y verbenas y hace fracasar nuestro reiterado plan de ir a la playa.

Desde la antigüedad, diferentes civilizaciones han creado rituales para atraer la lluvia, pero ahora que nuestra economía depende más del turismo y el comercio que de la agricultura, y también que el tiempo afecta a nuestro tiempo de ocio (y eso sí que es sagrado), invocamos a quién sea con tal de ver un rayito de sol, como los novios que ofrecen huevos a Santa Clara para que no llueva el día de la boda.

Parece ser que el tiempo también forja el carácter de la gente, y que en lugares con mal tiempo la gente es más introvertida e individualista; e incluso dicen que en lugares muy lluviosos son más habituales las depresiones. Y sin ni siquiera entrar en temas tan serios como lo que suponen las grandes catástrofes climatológicas, cómo afectará el cambio climático a nuestro planeta o cómo el tiempo ha cambiado en muchas ocasiones el curso de la historia, no cabe duda de que el tiempo es motivo de preocupación constante, por algo las páginas web que ofrecen la predicción del tiempo son de las más visitadas en todo el mundo.

Hace años que científicos chinos especialistas en fusión nuclear trabajan en la construcción de un sol artificial, algo que podría suponer una fuente energética inagotable y que podría ver cumplido nuestro sueño de controlar el clima: encender y apagar nuestro sol particular a nuestro antojo, algo que, además, desterraría las conversaciones sobre el tiempo de los ascensores.