Pablo GONZÁLEZ

Pequeños anuncios en la sección de contactos de periódicos regionales y nacionales, una buena colección de móviles y dotes para la ventriloquia. Éstas son las armas, además de las de mujer, utilizadas por una avilesina de 52 años propietaria de una agencia de contactos que logró que un vecino de Talavera de la Reina (Toledo) se gastara en regalos para ella más de 114.000 euros en siete meses. En este tiempo no llegaron a conocerse físicamente ya que la relación era estrictamente telefónica. La fiscalía de Talavera de la Reina solicita para la mujer tres años y medio de cárcel por un delito de extorsión. La acusación particular eleva el número de delitos (estafa, amenazas, coacciones y extorsión) y por tanto aumenta la petición de cárcel: 9 años y seis meses.

Esta historia comienza cuando la víctima reparó en un escueto anuncio publicado en la sección de contactos de un diario que rezaba: «Relacionamos personas. Particulares. Discreción», acompañado de un número de teléfono. El 26 de mayo de 2.006, A., un vecino de Talavera de la Reina, descolgó su teléfono y llamó. Según la versión de la víctima, le atendió una tal Alicia, que no era otra que la acusada. Alicia le facilitó a su vez el número de teléfono de una supuesta vecina de Talavera de la Reina llamada Nuria. Ésta volvía a ser la propia acusada, que lo engañó cambiando el tono de su voz. Tras varias conversaciones telefónicas, algunas de ellas de alto contenido sexual, Nuria comenzó a pedir favores a A. en forma de préstamos. El primer «préstamo» fue de 400 euros y era para que Nuria pudiera regresar de Gijón a Talavera de la Reina. Nuria pidió que le enviara el dinero a través de un giro a nombre de dos mujeres con domicilio en Gijón. Después, y según la versión de la víctima, fue Nuria la que comenzó a llamarle solicitándole más dinero con varias excusas. Una se centró en asegurar que había tenido un accidente de tráfico y que la aseguradora no se hacía cargo de los desperfectos del coche. Más tarde llamó para pedir dinero para pagar la factura del hospital donde tuvo que ser ingresada. También le pidió dinero para pagar el abogado que había contratado para llevarle los trámites de divorcio. Nuria siempre prometía devolver el dinero. Cuando, y siempre según la acusación, A. se dio cuenta de que estaba siendo engañado se negó a enviar más dinero. Fue entonces cuando empezaron las amenazas. Nuria advirtió que si no seguía con los «préstamos» enviaría a su mujer una copia de las conversaciones de alto voltaje sexual que habían mantenido por teléfono. Luego llegaron amenazas del calibre de que «podía pasarle algo a su nieto o a su gente» y que sabía «a qué colegio iba el niño». Es más, cuando se hacía pasar por Alicia le decía que pagara porque el marido de Nuria era marroquí y le podía hacer algo a su familia.

Y el dinero siguió fluyendo. Por ejemplo, A. realizó giros a una peletería de Gijón (8.300 euros) donde la acusada llegó a comprar siete abrigos de visón. También hacía ingresos en el Corte Inglés (6.500 euros) para pagar compras de la acusada en toda clase de artículos, entre ellos lencería y joyas. Y hubo pagos a la agencia de publicidad que gestionaba los anuncios de contactos que la acusada ponía en los periódicos (1.120 euros) o recargaba los móviles que ésta utilizaba (680 euros). En total, y desde el 26 de mayo al 30 de diciembre de 2006, A. gastó en la acusada 114.029 euros. Para afrontar estos gastos la víctima tuvo que hipotecar su vivienda, que más tarde tuvo que vender.

La acusada, defendida por el abogado Emilio Matanza, reconoce que regenta agencias de contacto en Madrid y en Asturias. También que ante las reiteradas llamadas de A. estableció con él «una verdadera relación de amistad» y que los regalos se los hizo de forma voluntaria «para llegar a más». Incluso afirma que este vecino de Talavera de la Reina le propuso «ponerle» un piso en Madrid en el que poder mantener encuentros íntimos. Ella se negó. Cuando la mujer optó por acabar con la relación telefónica ante la insistencia de A. en mantener relaciones sexuales, éste se presentó en casa de la acusada para conseguir su propósito. Fue entonces cuando ella, el 30 de diciembre, presentó una denuncia. Él lo hizo días después. El juicio tendrá lugar en Talavera de la Reina.