Notario, acaba de tomar posesión de la plaza que había dejado vacante en Avilés Inmaculada de Pablos

Francisco L. JIMÉNEZ

Avilés vuelve a tener cubiertas sus siete plazas de notario desde que el pasado 24 de octubre Juan Álvarez Valdés tomó posesión de la vacante que había dejado Inmaculada de Pablos. Se da la rara circunstancia de que Álvarez Valdés es avilesino y pese a su juventud, 28 años, logró la plaza a la primera. «Mi sorpresa fue mayúscula; pienso que ninguno de los opositores que me precedían en la lista de méritos solicitó la plaza porque existe la creencia de que, dada la crisis, es preferible ejercer en pueblos donde no haya competencia; y claro, en Avilés somos siete...», explica el benjamín de la profesión en la ciudad.

-Sitúeme, ¿quién es Juan Álvarez Valdés?

-Mi familia lleva en Avilés desde 1969 y yo nací en el antiguo hospital de la calle Cabruñana en 1983. Mi padre fue empleado de Ensidesa y luego de Fertiberia; mi madre es licenciada en Filosofía y Letras y llegó a ejercer como profesora. Fui alumno del colegio San Fernando y luego estudié Derecho en la Universidad de Oviedo.

-Buen estudiante, supongo.

-(Evasivo) Ehhh, estaría mal que yo dijese eso.

-¿Por qué eligió la carrera de Derecho como opción universitaria?

-Pues porque con 14 años elegí la rama formativa de Letras y el Derecho, según yo lo veía, aporta un vasto conocimiento sobre multitud de temas, prácticamente no existe una actividad que no esté relacionada, de uno u otro modo, con el Derecho.

-¿Y por qué notario y no abogado, juez o fiscal?

-Discriminé asignaturas de Derecho en función de las materias que menos me gustaban y concluí que mi campo era lo civil, lo mercantil. Y dentro de esas especialidades, el de notario me pareció un trabajo bonito.

-Toda su etapa académica se desarrolló en Asturias; ¿también la preparación de las oposiciones para notario?

-En efecto, las preparé en una academia ovetense que colabora con el Colegio de Notarios y ahora, yo mismo ayudo a futuros opositores a prepararlas.

-¿Cuántos aspirantes hay en estos momentos?

-Una docena.

-¿Y cuál es el porcentaje medio de éxito?

-Suelen aprobar tres de cada diez.

-¿Cuánto tiempo estuvo usted preparando la oposición?

-Cuatro años.

-¿Poco tiempo para lo que suele ser habitual, no?

-Sí, sí...

-¿Qué régimen de estudio tenía?

-Seis días a la semana, diez horas diarias. Descansaba media jornada los sábados y los domingos, cuando aprovechaba para desconectar, preferentemente caminando.

-¿Por qué tienen fama de ser tan duras las oposiciones a notario?

-Por la amplitud del temario -son 135 temas- y la exactitud que se exige en los exámenes, que son cuatro y eliminatorios.

-¿Qué es, a su juicio, lo más importante para tener éxito en esas oposiciones?

-Hay que estar muy seguro de lo que se quiere porque el grado de exigencia es alto; si no hay convencimiento, mejor dedicarse a otra cosa.

-¿Y la familia, cómo se toma una decisión de ese calado?

-Su apoyo es fundamental, tanto por lo moral como por lo económico, dese cuenta de que un opositor a notaría es un bicho metido en casa varios años al que hay que darle de comer.

-Durante tanto tiempo estudiando sin resultados inmediatos, me imagino que a uno le asaltarán las dudas y vendrán a la cabeza tentaciones de renuncia...

-Desde luego son muchos más los momentos bajos que los álgidos porque el opositor desconfía siempre de su preparación, hay días en los que la materia no entra... En fin, ya digo que es importante el convencimiento que se tenga.

-¿Y sus amigos? ¿Cómo se tomaron ellos su «encierro estudiantil» para preparar las oposiciones?

-Hombre, les costó entender mi decisión, pero prevaleció el respeto por la misma. Francamente, a los amigos de verdad los conservo.

-Le imagino sabedor de los muchos tópicos que existen sobre su profesión: que si está muy bien pagada, que si para lo que hacen no es explica lo que cobran...

-Sí, ya: que el notario sólo pasa por el despacho a firmar los papeles, ¿verdad? Pues no. cada caso es distinto y todos implican un análisis para dar con la solución legal a lo problemas que se plantean. Eso conlleva tiempo de estudio, una serie de consultas, etcétera. Asimismo, hay otro cliché por el cual todo el dinero que el notario cobra se lo embolsa. Eso es falso, hay tasas que no se quedan aquí. Los notarios, como profesionales del Derecho pagan sus propios costes y como funcionarios públicos están obligados a colaborar con la Administración en la recaudación de ciertas tasas y aranceles. Por cierto, que desde 1989 no se ha revisado -salvo para rebajarlos- los honorarios estipulados para las actividades notariales.

-¿Cómo sienta eso de ser profeta en su tierra? Convendrá conmigo en que no es muy habitual que su primer destino sea Avilés, su ciudad natal, una plaza a la que otros notarios tardan décadas en poder llegar.

-Avilés, en efecto, suele ser la colmatación de una carrera notarial. Yo tuve suerte, y más aún con los compañeros que he encontrado aquí, que desde el primer momento, además de una cálida bienvenida, se han brindado para ayudarme en lo que necesite.

-Esa crisis que como usted ha explicado al principio de la entrevista puede ser la razón de que otros notarios desistan de venir a una ciudad tan competitiva en materia notarial, ¿le asusta?

-Es una etapa complicada para todos los sectores, no sólo para los notarios, pero como yo estoy trabajando en lo que me gusta mi reto es hacerlo lo mejor posible y afrontar el momento, ya sea bueno o malo, como venga dado.