Doblegada Grecia a las exigencias del capital, los bancos españoles se llevaron ayer un castañazo en la Bolsa porque los inversores desconfían de la recuperación española tras las medidas del Gobierno. No entiendo muy bien por qué la desconfianza de estos señores y señoras acaba por fastidiar a los que vivimos al día, pese a que nosotros desconfiamos bastante de ellos. Son esos misteriosos inversores, que se guían por sensaciones, y las agencias de calificación de riesgos, que hacen sus cuentas, las que nos someten a estas taquicardias económicas: lo mismo te desayunas pensando que lo peor ha pasado que te dan ganas de comer el doble de magdalenas, no sea que mañana no tengas qué llevarte a la boca. A Moody's se le acabaría el alfabeto si revisase las perspectivas financieras de la clase media española, endeudada alentada por el ánimo entusiasta de los bancos en otra época. Pero ahora, tras meternos el miedo en el cuerpo, los expertos en economía descubren lo mala que es la caída del consumo. La verdad, lo quieren todo.