E. CAMPO

La concejala del PP Carmen Vega instó ayer al gobierno municipal a exigir a la propiedad de las naves de Balsera el mantenimiento de los edificios, ya que el deterioro va en aumento y suponen incluso un peligro para los viandantes. «Somos partidarios de la adquisición de las naves por parte del Ayuntamiento, pero estamos en un momento de crisis y habrá que dejarlo para más adelante. Sin embargo el Ayuntamiento sí tiene que garantizar su mantenimiento, ya que es arquitectura protegida y de gran interés», puntualizó la edil.

El Ayuntamiento aprobó en enero de 2003 -a petición de los propietarios- modificar la catalogación de las naves de Balsera para permitir modificaciones en su estructura y levantaran la altura de una construcción aneja. Y es que existía un proyecto, fechado en 2001, para intervenir en este inmueble de origen industrial. «El Ayuntamiento cumplió su parte; el proyecto de intervención tiene el visto bueno de la Cuota y del Pleno, pero la propiedad no cumplió y el gobierno socialista miró para otro lado», indicó Vega. Para la concejala parece claro «que por algún misterioso motivo la propiedad de estas naves tiene bula municipal y le permite incumplir los acuerdos», y por lo tanto no duda en hablar de «flagrante dejación de funciones del gobierno socialista».

La petición de los populares es que «se tomen medidas para que la propiedad realice las tareas de conservación apropiadas», ya que «resulta muy triste perder el patrimonio por dejación y además es peligroso». Vega hizo ver que ya se cayó gran parte de las molduras de la fachada y cascotes de la cornisa. «Estamos hablando de palabras mayores; es necesario tomar medidas cuanto antes», insistió la concejala.

Los populares ya habían propuesto hace años que el Ayuntamiento se hiciera con la propiedad de las naves de Balsera para darles usos culturales: primero para acoger la sede del Conservatorio Julián Orbón, después para albergar el archivo de Ensidesa o el Museo de la Industria.

Los almacenes de la familia Balsera, situados en la avenida Conde de Guadalhorce, datan del año 1910; el conjunto está formado por tres naves anejas de ladrillo recubierto, cada una de ellas cubierta por tejado a dos aguas. El uso industrial de estos edificios no impidió el cuidado estético de los exteriores, modulados gracias a pilastras y otros elementos que articulan el espacio rompiendo la monotonía de los paños murales.