De nuestro corresponsal, Falcatrúas.

En Bildeo hubo un antiguo convento de monjas que fue trasladado para Avilés en el siglo XIX; como ven, este lugar ya era importante en otros tiempos, aquí había solera, pero la Historia da muchas vueltas y pasamos de la gloria a la nada en un momentín. Dicen que en aquel convento había una madre superiora gallega de casi cien años en su lecho de muerte, con todas las monjas alrededor intentando confortarla antes de que emprendiera su último viaje.

Trataron de darle un tazón de leche caliente, pero no quiso tomar nada. Una monja recordó que conservaban una botella de orujo con fines medicinales y vertió un buen chorro en la leche. Volvió al lecho de la superiora y le acercó el tazón a los labios. La superiora fue capaz de beber un sorbo, luego otro, se fue animando y acabó saboreando con deleite hasta la última gota. Las monjas vieron un milagro en aquella recuperación tan insólita y rogaron a la anciana algún consejo para cuando faltara:

-Madre, déjenos una muestra de su sabiduría antes de partir.

La anciana superiora, sin apenas fuerzas, se incorporó un poco y pronunció sus últimas palabras:

-¡Por Dios, non vendades esa vaca!

Desde entonces, las vacas en Bildeo son animales sagrados, pero no como en la India, donde tienen cambiados los cariños y ponen las vacas en los pedestales donde deberían estar las mujeres, que bien aguantan, las probes.

Recordarán que la Consejería de Bichos y Plantas del Principado mandó un bichólogo a Bildeo para enseñar a los vecinos a dar cariño al ganado, pues los animales lo devolverían con creces en forma de carne, leche y huevos, dependiendo del bicho. Decía Manolón Fardel:

-¡Darles abrazos y besos, hablarles con dulzura, ponerles música, lavarlos, peinarlos, pintarlos con colores, mal rayo me parta, dónde vamos a parar!

En las ciudades la gente expresa su cariño a los animales sin cortarse un pelo y, como resultado, los perros y los gatos son los príncipes peludos de la casa que pueden heredar fortunas, es de suponer que también paguen impuestos; se viste a las mascotas con ropa de marca, se los mete en la cama intentando transformar su condición animal en humana sin esperar a una segura mutación en cuestión de pocos años, una especie de confluencia de culturas, tan solo queda por determinar si será por evolución positiva de los bichos o por degeneración de los humanos.

Es una pena que las mascotas de los urbanitas no coincidan con los animales «de compañía» de los aldeanos, porque así veríamos por la calle Uría a un extremo de la correa una señora vestida con pellejos de bicho africano y al otro una burra con jersey de cuello de cisne, mimetizándose hasta el punto de no distinguir en qué extremo estaría la burra y en cuál la señora. De todos modos, se puede ver por los parques de las principales ciudades a señores importantes que en sus tiempos fueron verdaderos tiranos capaces de amargar la vida al personal a sus órdenes por cualquier bobería y ahora andan intentando controlar a un perrucu de mierda porque no los aguanta en casa la muyer.

Desde Bildeo se sugiere a la industria de la moda que utilice la Pasarela Cancienes para hacer desfilar animales de compañía con lo último en diseño; lo suyo debería ser desfilar en cueros, pero la gente pide para ellos modelitos de materiales más «humanos», gorros e impermeables de plexiglás y catiuscas para el agua, jerséis de lana para el frío, etcétera.

Una vez vino una bichóloga para hacer una demostración de atención a los animales con la burra de Casa García, como si fuera una reunión de Avón; la burra alzose de patas cuando le quisieron hacer la pedicura y, aprovechando que la moza tenía buen caldar, enganchola con los dientes por donde más había y casi la deja mutilada de una teta, lesión por la que cobra la paga de invalidez correspondiente.

Manolón Fardel observó perplejo que los bildeanos habían tomado al pie de la letra eso de que los animales producen más si reciben cariño y andaban achuchando a las pitas y a los gochos, comiéndolos a besos. Con su infinita retranca, empezó a pinchar a todo quisque:

-Esto de abrazar a las pitas da resultao: tan poniéndome huevos con dos y tres yemas.

-Eso non ye nada. A uno de los mis gochos ya le asoma una pata nueva, así que, con un poco de suerte, echará dos jamones y tres lacones.

-Pues yo tengo la mula preñada.

-Oye, no te pases, que las mulas no preñan. Esa trola vete contala en otra parte.

-Pues no quito le preñez de la mula mientras no quites un lacón del gocho.

Seguiremos informando.