M. PÉREZ

El joven atropellado por un tren la semana pasada a la altura de Llaranes era una persona anónima en la unidad de vigilancia intensiva del Hospital Universitario Central de Asturias, en Oviedo. Desde ayer tiene nombre, familia, y una vieja obsesión que le ha dejado en coma.

La Policía Nacional se vio obligada a tomar las huellas dactilares del paciente para poder identificarlo. Los resultados acaban de hacerse públicos. Se trata de E. B. M., de 29 años, y vecino de la localidad langreana de Ciaño. La Policía le conocía por su extraña afición a caminar por las vías. En una ocasión llegó a parar varios trenes en Sama de Langreo. Los agentes policiales trataron de disuadirle para que abandonase su paseo por las vías. Les costó trabajo. A él le gustaba utilizar estos atajos, para desplazarse, por ejemplo de El Entrego a Sama.

E. B. M. pertenece a una conocida familia de etnia gitana asentada en Langreo. La Policía Nacional ya se ha puesto en contacto con su padre para informarle del estado del joven, que según fuentes sanitarias continúa en estado grave en la uvi del Hospital Central, donde fue trasladado tras el accidente ferroviario que sufrió la semana pasada. No ha trascendido qué hacía el joven la mañana del pasado día 7 en Avilés. A dónde iba ni de dónde venía. Se sabe que caminaba por las vías y que un tren de Feve que circulaba en sentido Oviedo lo atropelló. El maquinista se percató de su presencia en las vías e hizo sonar el pitido del tren para alertar al joven, pero no consiguió evitar la tragedia. El ferrocarril le alcanzó de costado y acabó tendido junto a las vías con un traumatismo craneal. La intervención sanitaria fue rápida; lo estabilizaron y lo trasladaron al HUCA, donde permanece ingresado desde entonces. Es la segunda persona atropellada por un tren este año en Avilés.