Myriam MANCISIDOR

Se presentan como profesionales de la atención médica urgente, pero cuando el cuerpo duele se transforman en ángeles. Trabajan, dicen, en el «minuto cero» y su definición lo dice todo: siempre aparecen cuando peligra una vida. Pero para que la cadena de supervivencia del trauma funcione todas las piezas del puzzle sanitario deben estar «bien engranadas». Este es uno de los objetivos que tiene el curso de capacitación que estos días se celebra en el Hospital San Agustín organizado por ITLS (International Trauma Life Support) y SEMES (Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias). El otro reto del seminario es promover la mejora en la atención prehospitalaria entre personal de Atención Primaria, el SAMU y Urgencias, principalmente.

«Es la primera vez que este curso se realiza en Avilés y creo que va a contribuir a que mejoren las relaciones interprofesionales que se prestan al paciente», explicó Antonio Requena, coordinador de ITLS en España y médico de emergencia en Zaragoza, que añadió al respecto: «Si todos hablamos el mismo idioma ante una emergencia está claro que las cosas funcionan mejor». Incidió en que el trabajo de los profesionales que ejercen en el «minuto cero» tiene como premisa «controlar la situación teniendo en cuenta el siguiente nivel asistencial» al que pasará el enfermo. Su misión se resume en las siglas «PAS»: proteger, avisar y socorrer, lo que debería hacer cualquier ciudadano, pero lo suyo con conocimientos médicos.

De ahí que la formación sea fundamental para estos «ángeles» que en la jornada de ayer realizaron simulacros e improvisaron traumas en el Hospital San Agustín para evitar sorpresas.