Marta PÉREZ

Una cosa llevó a la otra. La Policía Nacional buscaba a una banda organizada de ladrones de motos y no sólo atrapó a sus responsables, sino que, en el transcurso de la investigación, descubrió a un traficante de drogas que nada tenía que ver con la banda: dos «pájaros» de un tiro. El único nexo entre ambos delitos es un garaje en la calle Fruela del barrio de Versalles donde cada uno escondía su mercancía: el primer grupo las motos y el segundo las drogas. Como la cueva de Alí Baba.

Fue el buen olfato de una perra de la unidad especial de guías caninos de Oviedo el que arrojó luz a la investigación. El pasado viernes el grupo IV de la Jefatura Superior de Policía de Asturias, se trasladó a Avilés para recuperar parte de las motos robadas por la banda y que según las informaciones que manejaba la Policía, en un garaje de la ciudad: una plaza cerrada en un garaje de la calle Fruela. Los investigadores saben perfectamente que no es inusual que las organizaciones criminales diversifiquen sus negocios conseguir así más beneficios en el menor tiempo posible. Por ese motivo, al dispositivo policial del robo de motos se incorporaron miembros de la brigada de estupefacientes de Oviedo, así como un guía canino junto con su perra especialista en la detección de estupefacientes.

Tras inspeccionar todo el garaje los efectivos policiales localizaron en la plaza de garaje que tenían controlada las siete motos robadas y ningún rastro de sustancia estupefaciente. Pero la perra no se quería marchar. Su olfato la llevó a otra plaza cerrada en el mismo aparcamiento. Tal fue su insistencia y su reacción que los agentes de la Policía Nacional decidieron acceder a la plaza que había hecho saltar todas las alarmas caninas de su agente especial.

Una vez localizado el propietario de la plaza del garaje se descubrió que la tenía alquilada a una tercera persona. Fue entonces, con la autorización del propietario, cuando los agentes procedieron a la apertura del recinto. La perra no se equivocaba: en el interior del garaje se escondía un gran alijo de drogas: 425 tabletas de hachís con un peso de 40 kilos, medio kilo de MDMA (éxtasis) y 15 litros de ketamina.

El grupo de estupefacientes de la brigada provincial de la Jefatura Superior de Policía de Asturias se hizo cargo de la investigación que dio sus frutos ayer con la detención del joven que tenía alquilada la plaza, al que se le considera presunto autor de un delito de tráfico de estupefacientes.

Se trata de un joven con domicilio en Avilés, al que le consta una detención anterior. Al cierre de esta edición el joven se encontraba en las dependencias de la Comisaría del Cuerpo Nacional de Policía de Oviedo a la espera de ser oído en declaración.

Según informaron fuentes de la Policía Nacional, es posible que en el transcurso de la investigación surjan nuevas líneas de trabajo. Lo que sí es seguro, según apuntaron las mismas fuentes, es que no existe ningún tipo de vinculación con la red de tráfico de motos.

La Policía Nacional ha recuperado 23 motocicletas de gran cilindrada que habían sido sustraídas en Oviedo, Gijón, Avilés y Granada por una red delictiva de la región que quedó desarticulada el pasado miércoles. La operación que se saldó con cinco detenidos, todos ellos asturianos y relacionados con el mundo de las motos a través de un taller de Gijón.

La operación se inició hace varios meses, cuando el grupo cuarto de la brigada provincial de la Policía Judicial, que está especializado en la investigación de robos con fuerza, detectó un aumento de las denuncias por robos de motocicletas de gran cilindrada en Asturias. Las primeras pesquisas permitieron concluir que no se trataba de hechos aislados, sino de sustracciones realizadas por un grupo de delincuentes, que actuaba de forma organizada y especializada. Cada uno de los detenidos estaba encargado de una tarea. Así, uno realizaba labores de ojeador, buscando información sobre motocicletas de determinadas características, localizando los garajes en los que sus dueños las guardaban. Por la noche, los ladrones sacaban las motos y las introducían en una furgoneta. Posteriormente, ocultaban los vehículos sustraídos en locales de Gijón y el garaje de Avilés.