Ex párroco de San Nicolás de Bari y premio «Adelantado de Avilés» 2012

Saúl FERNÁNDEZ

Ángel Garralda (Güesa, Navarra, 1923) acababa de cumplir los 33 cuando en 1957 fue nombrado párroco de San Nicolás de Bari. De hecho, es el cura que ha dirigido durante más años la iglesia más importante de Avilés. «Desde que existen los registros, es decir, desde finales del siglo XVI», apostilla cuando la grabadora está ya apagada. Tiene 88 años y una vitalidad inquebrantable. Dice que ahora -desde que le jubilaron a finales del verano pasado- tiene más tiempo libre, aunque no para. El nuevo párroco -Juan Antonio Menéndez- le ha encargado de las cuentas del templo, del que depende un colegio entero y 33 profesores. Anoche recibió el premio «Adelantado de Avilés» que otorga la cofradía de El Bollo desde hace más de tres lustros.

-Lo primero de todo, ¿cómo está?

-Pues me encuentro muy bien. Estoy más descansado que nunca porque tengo menos trabajo que nunca.

-Le cansará el descanso, fijo.

-Me dedico a la lectura y a la oración y a la conmemoración de Nuestro Señor Jesucristo. La vida rutinaria la sigo haciendo aquí: estoy de tapón suplente.

-¿Está cómodo ahora que ya está jubilado?

-Muy cómodo, comodísimo, sobre todo con el nuevo párroco que tenemos.

-Eso está bien.

-Mejor, imposible.

-¿Cómo se organiza la jornada ahora?

-Empiezo por acostarme tarde, porque me dedico a leer bastante por la noche. Veo algo la televisión, también. Me levanto sobre las nueve o nueve y media, atiendo el archivo... Llevo la cosa económica de la parroquia. También llevo las relaciones sociales, con los empleados.

-El director es Juan Antonio Menéndez.

-El director del colegio es el titular de la parroquia. Y ahora lo es don Juan Antonio. Ya no firmo las actas del bautismo, de matrimonio y de defunciones que hago. Yo las escribo y luego ya las firma el párroco. Ya firmé yo bastantes.

-El Arzobispo Jesús Montes le dijo que sólo concedía jubilaciones a quienes se lo solicitaran.

-Me lo dijo a mí. Don Jesús fue a Roma a recibir el palio del Papa y le acompañamos algunos sacerdotes. En la cena me tocó junto a él, la organizaba el anterior alcalde de Oviedo. Estando ahí averigüé dos cosas. Le pregunté a Gabino de Lorenzo: «¿De Cascos, qué hay?» Por la respuesta que me dio vi que no había arreglo. Eso no me satisfizo. Si la derecha no se ayuda a sí misma, no lleva las de ganar. Así resultó. Le pregunté al obispo: «Tenía usted fama que jubila a los de 80 años». Él me dijo: «Yo sólo jubilo a los que me lo piden». Y, claro, yo no se lo había pedido.

-¿Y por qué le jubilaron?

-Se lo pregunté al día siguiente. Estaba rumiando el asunto de mi cese. El mayor gozo que tengo es haber obedecido a la primera. Pero, bueno, eso no excluye que tu satisfacción de obedecer no implique dolor o preocupación. Jesucristo estaba obedeciendo a Su Padre en el Calvario. Le llamé al día siguiente de mi cese. Estaba preocupado de que hubiera algo serio contra mí, por la forma de proceder. Yo veía que había un problema y a mí no se me decía. Me contestó: «El problema de la parroquia es el colegio. Si usted fallece, por la edad que tiene, tengo que improvisar la solución y a la mejor entonces es más difícil».