M. M.

La patrullera «Río Nalón», con 3.600 caballos en total, es medio casa, medio oficina. Cuenta con cinco camarotes con una litera, dos servicios -ducha y váter- cocina con «gambuza» (despensa) y, a diferencia de cualquier barco pesquero, con un armario en el que los agentes guardan bajo llave pistolas y una ametralladora. La tripulación comparte espacio 24 horas al día y la embarcación apenas se detiene tres días al mes para realizar labores de mantenimiento.

En esta «casa» comparten espacio Javier, Marcos M. y otros agentes que prefieren ocultar su identidad completa por razones de seguridad. Javier lleva diez años navegando, casi los mismos que tiene el Servicio Marítimo, que se fundó el 10 de septiembre de 2001. La patrullera «Río Nalón» fue entonces la primera embarcación de la Guardia Civil en Asturias y más tarde se incorporó el barco «Río Aller», además de dos embarcaciones auxiliares (zódiac) y cinco todoterrenos para la realización de patrullas a lo largo de la costa asturiana. Y es que la patrullera navega muchas millas mar adentro para evitar, por ejemplo, que barcos pesqueros invadan las aguas jurisdiccionales españolas o que algún arrastrero pirata esquilme los caladeros asturianos con sus grandes aparejos de «tren de bolos».

Marcos M. llegó a este servicio en 2003, aunque ya lleva veinte años en el cuerpo. «Pese a ser de Gijón, no tenía ningún vínculo con la mar y ahora no dejaría este servicio por nada del mundo», confiesa este hombre, que ha visto cómo otros agentes deseosos de hacerse a la mar decidieron quedarse en tierra tras comprobar lo difícil que es la vida sobre el vaivén del Cantábrico. El pasado año la patrullera «Río Nalón» cumplió con un total de 11.715 horas de navegación y recorrió 10.977 millas, siempre a las órdenes del capitán.

«El ambiente es bueno tanto con los pescadores como entre los compañeros. Lo mejor de este trabajo, sin embargo, es ayudar a los demás», confiesan los agentes, conscientes de que en la mar el Servicio Marítimo está para multar, pero también para auxiliar y, sobre todo, proteger.