E. CAMPO

Una visión parcial de la realidad y con un único patrón cultural que plantea un modelo único de familia, una supremacía del hombre y la ausencia de conflictos en la sociedad actual. Esta es la filosofía que subyace bajo las lecciones aparentemente objetivas de los libros de texto escolares, según el estudio que realizó la maestra y pedagoga Mónica Fuentes Pajares. Docente en el Colegio Público Las Vegas, esta avilesina se tituló primero en Magisterio y comenzó a trabajar de maestra hace 14 años, en Alicante. Después se trasladó a Asturias, donde impartió clases en diversos colegios de la región. Se matriculó en Pedagogía en la Universidad de Oviedo, y ahora en la UNED acaba de presentar su trabajo de doctorado, que lleva por título «Conocimiento escolar y libros de texto. Una perspectiva intercultural».

«Como soy maestra, siempre me preocupé por qué en el colegio aprendemos tantas cosas que nos sirven para poco, para superar exámenes pero no para la vida». Ese fue uno de los puntos de partida de su investigación, junto a otras preguntas: ¿Por qué el alumno está tanto tiempo en silencio? ¿Por qué sigue dependiendo la docencia de los libros de texto, cuando existen otras herramientas y nuevas tecnologías? ¿Resisten los conocimientos que se transmiten a un análisis intercultural? «Me parecía algo interesante analizar los contenidos que recogen los libros», explica.

Y lo que detectó es una «visión monocultural de la realidad, con un modelo único de familia, de persona válida, el hombre, con un modelo de trabajo, y también un modelo de estado, aunque de una forma más sutil que la de hace décadas». Para llegar a esta conclusión analizó los libros de Conocimiento del Medio de Primaria, ya que es la asignatura que más se aproxima a los aspectos socioculturales. Y trabajó con los libros de las dos editoriales con mayor difusión: Santillana (en los centros públicos) y S.M. (en los privados y concertados). «Las editoriales son grandes holdings, nos podemos plantear a qué intereses se prestan».

En su trabajo de investigación, Fuentes advirtió que, «de forma muy sutil», se impone una única estructura familiar: la del hogar formado por «padre, madre e hijos, altos, guapos y sonrientes, con medios económicos medio-altos». Así, en los ejemplos se les sitúa en clases de violín y viajando a París. Y este panorama nada tiene que ver con las familias de los alumnos que tiene esta profesora. «Cuando hablamos de familia, la definimos como las personas que conviven todos los días en casa. Porque había alumnos que tenían un abuelastro, madre y padrastro... En el aula hay sólo 4 o 5 familias que coinciden con el modelo estándar».

Otro ejemplo son los personajes relevantes: prácticamente son todo hombres. Y cuando se trata de ilustrar trabajos, son siempre fotografías con hombres en diferentes tareas, mientras que en el caso de las mujeres suelen recogerse mediante dibujos. «Eso es una infantilización, se le carga de irrealidad. ¿Qué dificultad hay en hacer una foto a una enfermera, por ejemplo?»

Mónica Fuentes también encontró que los libros de texto eluden hablar de problemas de desigualdad en España, y sólo mencionan su existencia en otros países. «Además existe una ausencia total de conflictos laborales». Tampoco hay paro, y si lo hay, es porque esa persona tiene un problema, no la sociedad. «En muchos textos se transmite la idea de que la mayoría de las personas trabajan, y me indignaba ante la realidad del colegio, donde muchos padres están en paro».

La propuesta de la docente es que los maestros se cuestionen los libros y que se utilicen como una herramienta más, pero no la única. Con este trabajo, Mónica Fuentes consiguió un sobresaliente cum laude. La tesis está dirigida por Teresa Aguado Odina, catedrática de la Facultad de Educación de la UNED, con la que Fuentes confía seguir trabajando en proyectos de investigación.