Saúl FERNÁNDEZ

En unas pocas semanas se cumplirá un año del anuncio de la dirección internacional de Arcelor-Mittal de una inversión de 147 millones de euros para sus instalaciones de Avilés y de Veriña. Aquel anuncio se recibió con aplausos por los sindicatos y por los representantes de los partidos políticos más destacados: interpretaron la declaración como una apuesta de la gran siderúrgica por Asturias. Las obras en las baterías de Gijón (de la antigua Uninsa) tenían que haber comenzado a finales del año pasado, pero el agravamiento de la crisis económica decidió a los responsables de la compañía a retrasar sus inversiones (aún no hay fecha). Esta situación, sin embargo, contrasta con la necesidad de producción de coque que tienen las dos fábricas asturianas. Según ha sabido este periódico, la dirección ha encargado un estudio de viabilidad de Baterías de Avilés. Este estudio se centra en la posibilidad de reencender las baterías 7 y 8, en «stand by» desde el pasado octubre. La vuelta a la normalidad supone que las instalaciones avilesinas podrán producir al 100 por ciento.

«La decisión no está tomada, pero lo natural será que volviésemos a lo de antes», indicó un representante sindical. Y lo de antes es que las ocho baterías que destilan carbón trabajen a pleno rendimiento. El carbón destilado es el combustible preferente de los hornos altos (que transforman el mineral de hierro en arrabio). La situación de Arcelor-Mittal en Asturias es singular: produce de manera integral desde la fusión de las compañías Uninsa (Gijón) y Ensidesa (Avilés) en los años setenta. De esta fusión vinieron instalaciones dobles que sólo se pusieron en duda con la venta de la participación estatal en la compañía (en los años 90). Es decir, la fábrica de Gijón se alimentó con el coque que salía de sus baterías y la de Avilés hacía lo propio con las suyas. La crisis (que comenzó en el tercer trimestre de 2008) coincidió con el declive de las instalaciones gijonesas: «Están en un estado lamentable», aseguraron en medios sindicales.

La dirección asturiana de Arcelor-Mittal apostó por la rehabilitación de las instalaciones gijonesas y el 12 de mayo de 2011 Gonzalo Urquijo -actual presidente de Arcelor-Mittal España- explicó que la compañía pretendía reservar la mayor parte de los 147 millones de euros para la coquería gijonesa. Baterías de Avilés es una fábrica que se levantó en los años 50 y cuyo funcionamiento ha sido pleno. En los primeros años 80 se anularon las baterías 9 y 10. Durante el año 2009 la producción de carbón destilado quedó a la mitad: cuatro de las baterías pararon en caliente. La caída de clientes de entonces explicó la reducción de la producción. Más de un año después, la compañía recuperó su actividad, que volvió a reducir en octubre pasado, por las mismas razones comerciales aducidas en los momentos más críticos de economía, es decir, por falta de pedidos. De ahí que la compañía siderúrgica optase por la ley de la oferta y la demanda: menos producción, mayor precio.

Baterías de coque de Avilés da empleo -entre trabajadores propios y de las auxiliares- a medio millar de personas. La instalación se construyó a la sombra de los cuatro altos hornos que en los mejores años de la industria daban ocupación a más de 20.000 personas (actualmente, la nómina apenas supera las 6.000).

Las instalaciones avilesinas están en el disparadero de parte de la clase política avilesina: ven en ellas un impedimento para el desarrollo urbanístico de la orilla derecha de la ría, puesto en duda ahora con la desinversión estatal en el proyecto de la Isla de la Innovación. Sin embargo, los sindicatos y la compañía entienden que el departamento de Arcelor es comercialmente atractivo, da dinero, aunque, según los ecologistas, poducen problemas medioambientales. La fecha prevista de clausura es 2017 (el contrato vigente se puede ampliar a 2020). La clausura podría producirse porque la destilería de carbón de Arcelor está en terrenos de la empresa pública Sepides.