Hay dirigentes regionales del Partido Popular que se hacen cruces por las esquinas sólo de pensar en apoyar a Álvarez-Cascos en la investidura como presidente del Principado, no ya a compartir con él gobierno. Pero, parece, la última palabra no la tendrá el sentir general de los barones del partido en Asturias, sino lo que se decida en la calle Génova, donde se capitanea la tramoya de las negociaciones. Así que a algunos sólo les queda ponerle una vela a santa Rosa Díez a ver si en una de éstas se decide por los socialistas y pasa la bola. El Partido Popular está atrapado en su paradoja, en creer que si no pacta con Foro será responsable de que gobierne el PSOE cuando eso será, en el peor de los casos, culpa compartida con los foristas. Lo malo siempre es andarse con melindres y medias tintas; vivir en el quiero y no puedo. Si ha de ser pacto, que sea a las claras, con todas las consecuencias y apechugando con lo que tenga que venir. Y si no, pues no. Tanta estrategia política sólo parece querer tapar inseguridad y falta de arrojo.