Desde las pasadas elecciones de mayo del 2011, nuestra Autonomía se encuentra sumergida en un profundo maremágnum político de consecuencias imprevisibles, pero todas graves. Los resultados de esas elecciones y la postura de Foro, como partido ganador, que se fundamentaba en la personalidad y prepotencia de su Presidente, el Sr. Cascos, nos han llevado a carecer de unos presupuestos generales, a la realización de nuevas elecciones y a una situación mucho más compleja, como resultado de las mismas.

Al día de hoy las fuerzas políticas representantes de la izquierda, PSOE e IU, y las fuerzas representantes del centro derecha, léase Foro y PP, se encuentran empatadas en el número de escaños, 22 para cada alianza, y dependiendo en este momento del solitario voto del parlamentario representativo de UPyD.

La postura del representante de Rosa Díez en esta región se puede considerar como ecléctica en la mayoría de sus propuestas de apoyo. Casi todas las exigencias que este partido va a pedir a las otras formaciones políticas con el fin de conseguir su apoyo en la investidura a la presidencia del Gobierno del Principado de Asturias, valen tanto para un roto como para un descosido. De carácter generalista y con un contenido profundamente nacional, cualquiera de las coaliciones formadas para optar al gobierno de esta Autonomía, las pueden asumir sin coste político alguno. Y aquellas que puedan tener un mayor calado político, pueden ser asumidas en el tiempo, basadas en un compromiso de que quizás las estudiaremos en su momento, como son la eliminación de las circunscripciones o la concentración y reducción de ayuntamientos, el caso Marea es aparte. El resto del programa puede ser asumido por cualquier formación política del signo que sea.

En esta situación de empate técnico, la postura del partido de Rosa Díez lo tiene fácil, sólo con dejar que gobierne la lista más votada, en este caso sumando la totalidad de los votos de la izquierda (PSOE e IU) y los del centro derecha (Foro y PP) le señalan el posible camino a seguir, sin más complicaciones. Otra solución, que no deja de ser más de lo mismo, sería la abstención. Lo que nos conduciría nuevamente a unas elecciones, no deseadas por la mayoría de los ciudadanos asturianos y lo único que conseguirían sería el aumento, de forma considerable, de la abstención y la complicación del panorama político asturiano.

No podemos olvidar que esta situación que se está dando en el Gobierno del Principado de Asturias tiene su origen en la incapacidad del Sr. Álvarez Cascos de establecer un diálogo operativo con el Partido Popular, en aquel momento la suma de ambas formaciones políticas tenia la mayoría suficiente para gobernar. Tampoco podemos dejar de tener en cuenta la actitud del Partido Socialista de, en su momento, no dar un paso al frente, presentar su candidatura a la presidencia del Gobierno del Principado y obligar a los partidos de centro derecha a adoptar una decisión política. Si antes la situación política estaba más o menos clara, al día de hoy se encuentra más complicada por lo que no deja de extrañar a los ciudadanos el hecho que ahora se pueden hacer los pactos de gobierno y antes no. ¿Qué ha cambiado entre Foro y PP para que esto suceda? ¿Por qué ahora el Partido Socialista si presenta su opción de gobierno? Sería importante que lo explicasen a la ciudadanía.

La actual situación política que se da en nuestra autonomía pone de manifiesto la disparidad de criterios ante situaciones importantes de gestión. La lectura que pueden hacer muchos ciudadanos puede tener como fundamento el principio que nos señala que para salir de la crisis económica, social y política que nos afecta, se necesita un gobierno de concentración regional, en el que las tres grandes formaciones políticas, PSOE, Foro y PP, unifiquen sus esfuerzos para sacar a nuestra región del pozo en el que nos encontramos situados y tener presente que el tiempo corre en nuestra contra. De otra manera la única alternativa será la convocatoria de nuevas elecciones autonómicas, con todo lo negativo que ello supone.

Un gobierno que dependa del voto de un sólo parlamentario, en este caso el representante de UPyD, será siempre un gobierno expuesto a las fluctuaciones políticas que desde Madrid se decidan aplicar a esta formación y que lo colocaría siempre en el filo de la navaja. Apoyar a un Presidente basándose en la coincidencia programática es siempre mucho más débil que si te implicas en el gobierno. En el primer caso la realización de determinados aspectos conflictivos del programa electoral, pueden dilatarse en el tiempo y convertiría este apoyo en un brindis al Sol. La participación de facto, en el gobierno autonómico, supone, como mínimo, una seguridad en la aceptación de las reglas del juego y una implicación en la consecución de las mismas. Porque hay una pregunta que nos asalta ¿qué hará UPyD si los acuerdos puntuales se dilatan en el tiempo? ¿quitaría su apoyo a ese gobierno para dárselo a la oposición?

Lo que está claro es que por causa de políticas revanchistas, de posturas de prepotencia, de miedo a la acción política, Asturias y los asturianos estamos dando una imagen que no nos la merecemos y colocamos, alegremente, a nuestra región en una situación delicada en todos los aspectos.