E. CAMPO

«Es, en proporción, la restauración más cara de Asturias». Así lo dijo el entonces director general de Patrimonio, el socialista José Luis Vega, cuando adjudicó los trabajos de rehabilitación de la capilla de Las Alas en el año 2010. La intervención en este edificio funerario, uno de los más singulares del gótico asturiano, costó 288.000 euros, a razón de 5.900 euros el metro cuadrado. La inauguración, hace ya más de un año, estuvo presidida por la entonces consejera de Cultura, Mercedes Álvarez, y por la Alcaldesa de Avilés, Pilar Varela.

Los responsables de la ciudad aseguraron que el monumento, anejo a la iglesia de los Padres Franciscanos, pasaría a incorporarse al itinerario de las visitas guiadas de la ciudad, acabando así con décadas de languidez y olvido. Sin embargo la capilla permanece cerrada prácticamente de continuo y sólo es posible acceder al interior concertando visitas de grupos en la Oficina de Turismo de Avilés. El Principado se hizo cargo, en el anterior mandato, de la inversión para poner a punto la capilla de Las Alas, con el compromiso de que estuviera a disposición de los visitantes. Pero ni el Ayuntamiento la puso aún en los circuitos turísticos ni tampoco el Principado supervisó el cumplimiento de esta premisa.

La intervención en el pequeño templo resultó de gran interés arqueológico, ya que los hallazgos abrieron el camino de una nueva etapa de investigación en los orígenes de la historia avilesina. Bajo los muros del templo, de principios del gótico, el arqueólogo Sergio Ríos halló restos de dos muros de piedra anteriores, por tanto, al siglo XIV, y hasta entonces desconocidos. Además también salieron a la luz las proporciones originales del templo: un cubo perfecto de siete metros de lado. Historiadores y arqueólogos defendieron el interés de continuar las excavaciones, descartadas entonces por las administraciones por criterios presupuestarios.

La rehabilitación afectó no sólo a la capilla, sino también al patio de acceso, encajonado entre la iglesia de los Padres Franciscanos y un bloque de pisos. Su aspecto actual, con la verja cerrada a cal y canto, es bastante similar a la de antes de la intervención, como un patio de luces donde caen las pinzas del tendal de la ropa y el musgo y las plantas comienzan a tomar el pavimento. Contrasta este aspecto descuidado con la fachada de Las Alas, con sus limpios sillares en perfecto estado de revista.

El único fleco que quedó pendiente de la restauración del edificio es recuperar dos elementos fundamentales del patrimonio avilesino: un retablo de alabastro dedicado a los Gozos de María y una tallaq policromada de la Virgen sedente con el Niño apoyado en su regazo. El Ayuntamiento de Avilés decidió gratificar con un total de 8.100 euros las informaciones que permitan recuperar estas piezas, que de momento siguen desaparecidas. El retablo, que se conoce por fotos, contaba con cuatro escenas vinculadas a la vida de María. En cuanto a la talla, estaba realizada en madera, en estilo gótico, y corresponde al siglo XIV. Su paradero es una incógnita desde la Guerra Civil. Los arquitectos Jorge Hevia y Cosme Cuenca, así como el historiador Vidal de la Madrid, elaboraron el plan para su localización.