luis arboleya Reumatólogo del HUCA, especialista en dolor

Luis Arboleya nació en Oviedo en 1959, se crió en Cabañaquinta y disfrutó de su niñez en Arnao (Castrillón). Realizó su especialidad vía MIR en el HUCA y complementó su formación en el Centro Viggo-Pettersen de París. Aunque actualmente trabaja en el Hospital Central, Arboleya fue el impulsor de la sección de Reumatología del Hospital de Cabueñes junto a su colega el doctor Babío así como de haber trabajado durante tres años en el San Agustín. Es especialista en dolor.

-¿Por qué eligió la especialidad de reumatología?

-Mi encuentro con la especialidad fue a través de la inmunología, una disciplina que me apasionó al descubrirla en tercero de Medicina de la mano de mi maestro en este campo, el profesor Prieto Valtueña, hoy en día una figura mundial de la terapia génica. Pero mi interés iba más allá del laboratorio, y la reumatología era la especialidad médica que se encargaba de muchas enfermedades de base inmunológica, lo que me inclinó a escogerla.

-¿Cómo valoraría la salud del aparato locomotor de los asturianos?

-Aunque tradicionalmente existe la creencia de que es mala, desde mi posición privilegiada como reumatólogo de un hospital universitario que también ha conocido otros hospitales asturianos, puedo decir que el nivel asistencial es muy aceptable y se sitúa en los puestos de cabeza del panorama español, tanto en producción científica como en asistencia. No obstante, la laguna principal sigue siendo la reducida proporción de reumatólogos por 100.000 habitantes, una de las más bajas del país, y la ausencia absoluta de asistencia reumatológica especializada en muchas áreas sanitarias asturianas.

-¿Y de los avilesinos, en concreto?

-El San Agustín es un lujo para la población avilesina y para toda Asturias. Su estructura y dotación tecnológica es privilegiada y sus profesionales son excelentes, con un trato muy cercano que facilita el contacto más directo entre pacientes y médicos, lo que es más difícil en hospitales de mayor tamaño. En el caso concreto de la Reumatología, el San Agustín cuenta con dos reumatólogos de alto nivel de formación y dedicación, por lo que la población puede estar tranquila en este sentido.

-¿Qué enfermedades reumáticas son las más prevalentes en la región?

-La artrosis es la enfermedad articular más frecuente pues afecta, al menos, a unos 7 millones de españoles. Un 20 por ciento de las personas mayores de 65 años tiene síntomas de artrosis en las manos y un 30 por ciento en la rodilla. Al llegar a los 80 años, la artrosis es prácticamente universal. Puede afectar a cualquier articulación, pero las más frecuentes son las de las manos, las rodillas, las caderas y la columna vertebral. A pesar de que se asocia con una baja mortalidad, su alta prevalencia y perdurabilidad (afecta a muchos, durante muchos años) hacen que su carga sociosanitaria sea enorme. Con menor incidencia pero mayor gravedad están las artritis, como la artritis reumatoide, que afecta a unos 5.000 asturianos y cuyas consecuencias pueden ser devastadoras si no se trata desde el principio y en un entorno especializado.

-¿Existe alguna fórmula mágica para prevenir este tipo de lesiones?

-No existe ninguna fórmula mágica para prevenir la artritis. Es fundamental el diagnóstico precoz pensando que no son enfermedades de nuestros mayores sino que pueden aparecer a cualquier edad. El caso más joven que he tratado es el de una niña cuya artritis comenzó a los 6 meses de edad. En el otro extremo de edad, la artritis puede aparecer por primera vez incluso en mayores de 90 años. El reto está en su diagnóstico adecuado y en la instauración de un tratamiento dirigido a frenar las consecuencias de la enfermedad. En cuanto a la artrosis, es fundamental para frenar su progresión evitar la sobrecargar de las articulaciones afectadas controlando por ejemplo el sobrepeso.

-¿Estamos hablando de enfermedades curables?

-Estamos en una fase en la que, con un tratamiento precoz, conseguimos un estado previo a la curación, es decir, la remisión del proceso tras lo cual, en muchos casos, se puede suspender el tratamiento. Si embargo, la curación en sentido estricto aún no es posible. Con los avances en el conocimiento científico de los mecanismos íntimos que provocan el daño articular, junto al enorme desarrollo que está experimentando la genética, caminamos hacia una medicina personalizada, en la que cada paciente será tratado con el mejor fármaco posible para su enfermedad teniendo en cuenta las características clínicas y moleculares de la misma y también de sus genes, lo que nos permitirá predecir la respuesta a los fármacos y evitar sus posibles efectos adversos. Estaremos, entonces, en la antesala de la curación.

-La osteoporosis es una enfermedad que preocupa sobre todo a las mujeres por la pérdida de estrógenos, pero ¿cómo afecta a los hombres?

-Existen dos tipos de osteoporosis en los hombres. Uno de ellos se caracteriza por la aparición de fracturas ante traumatismos mínimos en hombres menores de 65 años. En estos casos, casi siempre hay una causa que debe ser controlada: consumo excesivo de alcohol, tratamiento prolongado con fármacos y trastornos hormonales. Los tres tipos de fármacos que provocan osteoporosis con mayor frecuencia son los corticoides, los inhibidores de aromatasa que se utilizan en el cáncer de mama y los tratamientos hormonales utilizados en hombres con cáncer de próstata. El segundo tipo es el que se produce en edades avanzadas, en los que el origen es similar al de la mujer menopáusica: el declive en la función gonadal que provoca reducción de los niveles de testosterona sumado al deterioro del tejido óseo como parte de esa epidemia llamada envejecimiento.

-Usted lideró un estudio sobre osteoporosis en el área sanitaria avilesina, ¿se prevén muchas facturas en los próximos años?

-Según el estudio realizado en el área de Avilés, en el que utilizamos la herramienta «Frax», diseñada por la OMS para conocer el riesgo de fractura, y la pirámide poblacional y su evolución en la siguiente década, en 10 años se producirán, en el área de Avilés, 2.634 fracturas osteoporóticas en las regiones principales (antebrazo, húmero, vértebras y cadera). Son cifras muy relevantes que justifican la puesta en práctica de medidas preventivas efectivas.

-Es especialista en el tratamiento del dolor. ¿Hasta dónde puede llegar el dolor?

-El dolor es el síntoma más antiguo que existe y su abordaje ha constituido un reto para la medicina desde los primeros tiempos de la humanidad. Aunque en la tradición judeocristiana medieval, el dolor era considerado un elemento inseparable de la vida y su aceptación heroica una característica propia de la santidad, los tiempos han ido cambiando y, actualmente, el dolor es un enemigo a batir indiscutible, en cualquiera de sus formas.

-¿Se puede clasificar el dolor?

-El dolor agudo, aquel que aparece como consecuencia de una lesión demostrable, es fácil de controlar eliminando su causa. En este sentido tiene cierta utilidad pues sirve como síntoma-guía para realizar el diagnóstico y solucionar el problema. Sin embargo, el dolor crónico, aquel que dura mucho y que continua independientemente de la causa que lo motiva, muchas veces desconocida, es una experiencia muy compleja y muy difícil de eliminar. En este sentido, estamos finalizando el PCAI de Dolor Crónico, una iniciativa del Servicio de Salud del Principado, cuya versión preliminar ya está publicada en la página web del organismo. Su objetivo es la implantación de un programa de asistencia que permita recurrir la importante carga provocada por el dolor crónico en nuestra región, y que tuve el honor de coordinar junto a un excelente grupos de profesionales. Es nuestra intención que el dolor sea considerado como un indicador de salud, tan importante como tener fiebre o problemas al respirar o la tensión alterada. Es decir, pretendemos fomentar que los profesionales, además de la valoración de síntomas habituales, pregunten por la existencia de dolor crónico y si la respuesta es positiva lo cuantifiquen en una escala numérica, para valorar si es necesaria la intervención terapéutica y el escalón asistencial adecuado a su proceso.

-¿Siempre se puede controlar con medicamentos?

-El dolor crónico debe ser abordado desde una perspectiva multimodal, en la que intervengan diferentes profesionales y siempre desde una perspectiva escalonada, tanto en lo que se refiere a la utilización de fármacos como de otras técnicas, como rehabilitación, cirugía o técnicas invasivas que se realizan en las unidades de dolor. Es decir, luchamos contra el dolor de ordenada, con las armas adecuadas en cada caso. Algunos pacientes solamente necesitarán realizar algunas medidas básicas no farmacológicas, mientras en el extremo superior de la pirámide, otros pacientes van a precisar acudir a un centro especializado para recibir tratamiento con las técnicas intervencionistas más avanzadas. Pero todo ello, de forma ordenada y protocolizada, algo imprescindible para conservar la salud del sistema asistencial.

-¿Se subestima a los pacientes que sufren dolor reumático?

Se tiende a creer que los enfermos reumáticos son mayores y que tienen que aguantarse. Sin embargo, estos una creencia completamente errónea y alejada de cualquier planteamiento científico moderno.