«Todo lo que hay que saber sobre cómo vivir y que hacer y cómo debo ser lo aprendí en el jardín de la infancia». Robert Fulghum

«La palabra más importante» es el título del libro de Robert Fulghum donde expone la filosofía de ver el mundo a través de los ojos de un niño.

Y en él nos dice que « la sabiduría no estaba en la cima de la montaña de los títulos académicos, sino en el montón de arena del patio. « Y relata un listado de cosas que aprendió en el jardín de infancia:

-Compartirlo todo.

-Jugar sin hacer trampas.

-No pegar a la gente.

-Poner las cosas en su sitio.

-Arreglar mis propios líos.

-No coger las cosas de otros.

-Decir «lo siento» cuando hiero a alguien.

-Lavarme las manos antes de comer.

-Tirar de la cadena.

-Las galletas y la leche son buenas.

-Vivir una vida equilibrada: aprender algo, pensar algo, dibujar, pintar, bailar, jugar y trabajar algo todos los días.

-Echarme la siesta cada tarde.

-Cuando salgo al mundo, tener cuidado del tráfico, agarrarnos de la mano y permanecer juntos.

-Estar atento a las maravillas.

-Recordar la pequeña semilla en el vaso: las raíces van para abajo y las plantas crecen hacia arriba y realmente nadie sabe cómo ni por qué, pero nosotros somos igual que eso.

-Los peces de colores, los hámster, la tortuga e incluso la primera semilla del vaso se mueren, así que también lo haremos nosotros.

-Y recuerda los cuentos y la primera palabra que aprendiste, la palabra más importante del mundo: «Mira».

Dice también: «Todo lo que necesitas saber está ahí en alguna parte. Piensa que una sociedad mejor puede ser si todos nosotros, el mundo entero, tiene leche y galletas a las tres todas las tardes y luego se echan la siesta con nosotros en las colchonetas. Y si todos los gobiernos tienen siempre como política básica colocar las cosas en su sitio y arreglar sus propios líos.»

Conocí este libro (aunque aún no me lo he leído) a través de Miguel Ángel Santos Guerra, Catedrático de Didáctica de la Universidad de Málaga que escribió «Carta abierta a una maestra de infantil»: un elogio tierno y entrañable a todas las maestras de Infantil. Os recomiendo su lectura.

Y me dio mucho para pensar sobre lo que se «cuece» en el aula y en el patio. Sobre lo que se aprende y sobre lo que aún no está escrito. Y en estos días que celebramos el « Día del libro» todos los coles estamos «libro para arriba libro para abajo», intentando transmitir a nuestros alumnos la importancia de leer, el mundo que se abre ante sus ojos cada vez que abren un libro. Y cada día es una batalla en el aula a la hora de leer. Sobre todo en infantil.

-Y? hoy llega una letra nueva- dice la profe.

-¡Qué bien!

Y en tres días se nos hace una tortura,

-¿Con qué se escribe cebolla con ce o con zeta?- pregunta un alumno,

-Se escribe con b? cebolla ...bo?--contesta otro.

Y te da la risa, y los dos tienen razón y cada uno con su propio lío se va arreglando y va descubriendo el maravilloso mundo de la lectura. Y a «mis pequeños duendes» lo que más les gusta son los cuentos; se quedan fascinados cuando los escuchan. Y yo disfruto «mirando» esos ojillos que se ponen redondos y brillantes cada vez que escuchan una narración. Y me anima y emociona pensar que alguno de ellos el día de mañana pueda llegar a escribir lo que del rectángulo de la arena del patio ha aprendido. Pero sobretodo que cuando salgan al mundo se agarren de las manos y permanezcan juntos. Porque si no de nada nos ha de servir tanta cultura.