L. A. REAL

¿Qué extraño «pegamento» puede servir para unir en la misma pasión a un cura, a un cocinero, a dos hosteleros, a un empresario y a un empleado de banco? La respuesta es el mus, ese juego de cartas supuestamente inventado por los vascos -su origen también lo reivindican los castellanos- al que los avilesinos juegan como los ángeles. La celebración de las bodas de oro del Campenato avilesino de mus, el decano de los que se disputan en España en formato de liga, ha servido como excusa para que estos forofos del naipe se reunieran, comentaran sus impresiones sobre el pasado, el presente y el futuro del torneo y posaran para una fotografía que pone rostro a los que llevan 50 años dando juego en Avilés.

El sacerdote de ese heterogéneo sexteto fue Eugenio Campandegui, el único ausente del grupo en la actualidad dado que falleció en diciembre de 2008. Allá por la década de los años sesenta del pasado siglo, el que fuera cura de San Juan de Ávila se hizo cargo de un incipiente campeonato musístico puesto en marcha por la peña Diez Amigos y lo elevó a cotas de popularidad nunca antes vistas en la ciudad en lo que a juegos de mesa se refiere.

El relevo de Campandegui lo cogió a comienzos de la década de los años ochenta el cocinero Luis Carbajal, quien fiel a su fama de hombre polifacético e incapaz de decir «no» cuando le piden ayuda, accedió a hacer de «organizador puente» hasta que alguien decidiese asumir las riendas del torneo con más estabilidad de la que a él le permitían sus obligaciones profesionales. Ese alguien fue José Luis Garzón, empresario luego metido a concejal del PP, actividad en la que aún sigue. Era la época dorada del mus de Avilés, al menos en lo que a número de practicantes se refiere. «Yo había fundado una asociación de aficionados al mus para hacer campeonatos; empezamos haciendo torneos con 20 parejas y llegamos a organizar uno de 140. Supongo que por eso pensaron en mi para que me hiciera cargo del Campeonato avilesino», relata Garzón, quien movió la batuta organizativa durante siete años.

Ya por entonces había un hombre, el hostelero José Ramón Álvarez, «Monchi», que se movía entre los bastidores de la organización de eventos musísticos y que en buena medida fue el que lió a Garzón para que asumiese la coordinación del Avilesino. Una vez que el empresario se dio mus en las tareas organizativas, fue el propio «Monchi» quien se puso al timón. Fueron trece años, hasta que entró en escena José María Casas Anaya, «Chema», bancario de profesión, el que asumió el mando en nombre de la peña San Agustín, una de las que tiene más solera en el panorama musístico avilesino. La última etapa del Campeonato, que es tanto como decir la presente, tiene como protagonista a la peña del Bar Carbayedo que preside Luis Freire, quien junto a su equipo de colaboradores despliega ilusión a raudales para que la aventura del Avilesino siga adelante.

A lo largo de sus 50 años de historia, el Campeonato avilesino de mus tuvo los altibajos propios de una actividad tan longeva; momentos álgidos y otros en los que amenazó zozobra -una edición se logró celebrar in extremis gracias a la intervención de un periódico local de Avilés-, pero en todos y cada uno de los últimos 50 años acudió puntual a su cita. La presente edición, con 22 parejas inscritas, ya está en la recta final y dos peñas de brillante palmarés -Bar Riosol y Bar Carbayedo- se disputan la victoria. Una final a la altura de las circunstancias, el mejor broche posible para la edición en la que el Campeonato avilesino celebra sus bodas de oro. Así que no extraña que quienes en algún momento del tiempo tuvieron responsabilidades organizativas lancen un órdago a la grande: «En Asturias manda el mus de Avilés».