Saúl FERNÁNDEZ

Brad Pitt, la superestrella de Hollywood, escanció sidra en un bar del parque del Carbayedo. Y se comió un helado cuando paseaba por la calle de La Fruta. ¿Brad Pitt en Avilés? Pues sí. Sucedió los días 31 de agosto el 1 de septiembre de 2009. ¿Cómo fue posible que el protagonista de «Seven» o «Leyendas de Pasión» anduviese por la ciudad de Avilés? La respuesta es clara: respondió a la invitación que le ofreció la dirección del Centro Niemeyer. El actor, por sorpresa, conoció la ciudad en la que, por entonces, se estaba construyendo el único complejo arquitectónico de Oscar Niemeyer en España. ¿Cuánto costó la vista? Natalio Grueso, el exdirector del Centro Niemeyer, lo explicó en su momento a LA NUEVA ESPAÑA: «Exactamente, lo que costó la habitación del hotel, el alquiler del coche en el que se movió y una invitación a cenar. Si alguien piensa que una persona que gana con una película lo que cuesta la obra entera del Niemeyer vino a Avilés por dinero o tiene mala fe o tiene envidia».

La superestrella fue un golpe de efecto -el mayor de todos los relacionado con el Niemeyer-. Colocó la ciudad en los telediarios nacionales. Abrió las páginas culturales de los periódicos de medio mundo. Un paseo, un vaso más o menos escanciado y una visita a las obras del complejo cultural. Nada más. Y es que Pitt -lo explicó el expresidente del Principado en su día- era un gran aficionado a la arquitectura. De hecho, había participado en la reconstrucción de Nueva Orleans tras el huracán Katrina.

Ya estaba Avilés en el mapa. Ahora había que diseñar una programación cultural afín a las ambiciones del director del Centro Niemeyer. Gracias a las gestiones de Natalio Grueso el teatro Palacio Valdés pudo acoger la representación de la mejor obra de teatro del año 2011 en el mundo: «Richard III». Con Sam Mendes en la dirección y Kevin Spacey como principal interprete de una compañía itinerante de campanillas: «The Bridge Project». Pero no todo fueron las peripecias del rey inglés. En 2010, las Jornadas de Agosto de Avilés concluyeron con la representación de «The Tempest», con un grandioso Stephen Dillane como un Próspero más mágico que nunca. Todavía más: en 2009 el Centro Niemeyer colaboró con el Old Vic de Londres en la primera edición del proyecto teatral de Mendes: «The cherry orchard», de Chejov. Con Ethan Hawke. Entonces la función sólo se representó en el teatro Español de Madrid (coliseo que, a partir de ahora, estará bajo el gobierno de Grueso).

Woody Allen estuvo en Avilés en cuatro ocasiones: hizo dos «premieres» -«El sueño de Casandra» y «Conocerás al hombre de tus sueños»-, ofreció el principal concierto de la segunda inauguración del Centro Niemeyer -hace 11 meses- y rodó parte de «Vicky Cristina Barcelona» (Avilés en esta película se llama Oviedo). Una muesca más en la culata del arma de Grueso.

Víctor Manuel ofreció dos conciertos casi seguidos en el Niemeyer: primero, al día siguiente de la segunda inauguración y, más tarde, en septiembre pasado. Para grabar su último disco. Junto a Miguel Ríos, Miguel Bosé, Ana Belén y Joan Manuel Serrat. Otro de los fijos en la agenda de Grueso. El cantante y el actor Kevin Spacey pasearon por Avilés ante la sorpresa ciudadana. Avilés, como Hollywood.

Pero no todo fueron parabienes: Natalio Grueso anunció la presencia de Stephen Hawking en Avilés y en Avilés todavía se le espera. Como a Pelé: prometido por el propio Grueso cuando presentó la programación de los primeros seis meses de vida del Niemeyer. Presentó también -en Cannes- una exposición sobre el director de fotografía italiano Carlo di Palma que se quedó en los cajones por el lío montado desde la llegada del consejero Vallaure al poder.