Por si ya eran pocas las incertidumbres que oscurecían el futuro de la Isla de la Innovación, ahora va el Gobierno central y se desmarca de la operación. ¡Plof! El globo ha estallado y, como cabía esperar, en su interior sólo había aire. Como las pompas de jabón, la burbuja de la Isla flotó resplandeciente en el imaginario colectivo avilesino mientras alguien le insufló aliento -que no alimento- para evitar su caída y consiguiente explosión. Ni concreciones técnicas, ni definición de los contenidos, ni presupuesto y, por supuesto, ni asomo de compromisos inversores o plazos de ejecución... Lo de la Isla de la Innovación tenía mucho de espejismo y la espantada ahora de uno de sus mentores -el Estado- sitúa el proyecto al borde del precipicio. Recientemente ese diario publicó una encuesta realizada entre reputados profesionales avilesinos que, por abrumadora mayoría, concluyeron la necesidad de revisar y reordenar las prioridades inversoras en la comarca. La Isla de la Innovación no entraba en las quinielas de casi ninguno de ellos; ahora sabemos que tampoco en las de Mariano Rajoy.