Luanco,

Illán GARCÍA

El naufragio del «Titanic» en abril de 1912 marcó un antes y un después en la historia de la navegación. De ahí que la Fundación Titanic, presidida por Jesús Ferreiro, quiera mantener viva la historia de esta legendaria embarcación que no llegó a finalizar su primer viaje, que partió desde Southampton, en el sur de Inglaterra, con destino a Nueva York. Ahora, esta entidad internacional ha querido colaborar con la exposición que el Museo Marítimo dedica al aniversario del trágico hundimiento, en el que fallecieron 1.517 personas, y ha donado tres réplicas de las botellas de champán que se sirvieron en los salones del popular barco. Los envases pasarán unos diez días en el centro museístico luanquín. Según Jesús Ferreiro, el Marítimo será el único centro del mundo que expondrá la réplica de estas botellas centenarias.

Se trata de tres ejemplares de la marca «Henry Abelé», una bebida que presumiblemente degustaron el escultor francés Paul Chevré, Molly Brown, Benjamín Guggenheim y el matrimonio Straus, por citar algunos de los pasajeros con más renombre que participaron en la última cena que se sirvió en el barco, la noche del 14 de abril de 1912.

«Es una edición especial de la marca "Henri Abelé" para celebrar el centenario del "Titanic"; ya está agotada en Europa», señaló el presidente de la Fundación Titanic que ayer visitó la muestra sobre el barco en el centro museístico de la calle Gijón de Luanco.

En un principio, una firma catalana sacó a la venta 4.000 botellas de este champán con historia coincidiendo con el centenario del hundimiento del barco, el pasado 15 de abril. Las botellas se vendieron a 42 euros y, según Ferreiro, ya se han agotado.

El champán fue elaborado por el enólogo Franck Nicaise. La casa de champán «Henri Abelé» es una de las cinco firmas que abrieron antes de la Revolución Francesa. Fue fundada en la localidad gala de Reims en 1757 y es propiedad desde 1985 del grupo Freixenet. Con sus 250 años de historia, es la tercera casa champanera más antigua del mundo.

Jesús Ferreiro defiende que la Fundación que preside organiza actos en todo el mundo vinculados a la promoción del emblemático barco construido en Belfast. «Organizamos conferencias, documentales, exposiciones... todo para seguir recordando al "Titanic"», explicó el presidente de la fundación. Ferreiro respaldó la labor que están realizando tanto José Ramón García, director del Museo Marítimo, como la documentalista del centro, Pilar Carrasco, y los trabajadores del Museo por haber montado una exposición del «Titanic» «tan completa y con tan pocos medios». «Es un milagro que este museo se mantenga en pie, y eso se debe a la labor de la dirección del centro. Cientos de museos de estas mismas características han cerrado y el Museo Marítimo se mantiene; es un milagro, no hay dinero para pagar la labor que están haciendo por salvar este centro», destacó el presidente de la Fundación Titanic.

Allá por 1912, los medios de comunicación internacionales declararon el restaurante «Le Parisien», ubicado la cubierta principal del «palacio flotante» del «Titanic», como el mejor del mundo. La preparación de tan suculentos menús corrían a cargo por August Escoffier, un «as» en la cocina mundial por aquel entonces. Escoffier eligió seis marcas de champán para elaborar sus platos y la «Henri Abelé» era una de ellas. Es la misma que durante la próxima semana se podrá ver en el Museo Marítimo para recordar los últimos sorbos de la última cena del «Titanic».