Myriam MANCISIDOR

Fernando Álvarez Balbuena (Gijón, 1933) cumple a rajatabla aquello que decía Plinio el Viejo: «Nulla dies sine linea» (ningún día sin línea). De ahí su profusa producción literaria, ahora ampliada con la edición del libro «Masonería, Cortes de Cádiz y otros mitos» (editorial Akrón) que se presentará esta tarde a partir de las ocho y cuarto en el palacio de Valdecarzana. En su nuevo libro, Álvarez Balbuena, doctor en Ciencias Políticas y Sociología, desvela «mentiras históricas culpa, en gran medida, de una política educativa basada en contar cosas muy pequeñas y sesgar otras muy grandes». La historia está mal narrada, a su juicio, desde la escuela, lo que ha ocasionado que de temas tan relevantes como las masonerías hayan surgido mitos alejados de la realidad como, por ejemplo, los ligados a las Cortes de Cádiz o la Constitución de 1812.

El escritor da así a conocer en casi 400 páginas reflexiones sobre la «brevísima relación de la destrucción de las Indias» del padre Bartolomé de las Casas, qué es la masonería, la emigración española a América con guiños a Asturias, pensamientos sobre la primera revolución liberal-democrática española, los internacionalistas en España durante la gloriosa revolución de septiembre de 1868, el federalismo y republicanismo o la sociedad española de entresiglos a través de la obra literaria de Armando Palacio Valdés.

«Este libro tiene una clarísima intención política, aunque en su elaboración he buscado dos cosas: no ser pesado, por lo que he hecho capítulos breves, y que quien lea el libro no diga que lo escrito son ocurrencias de Fernando, por lo que al final de cada epígrafe he incluido bibliografía», sentencia el autor, que dedicó un año de su vida a este trabajo.

Este tiempo de estudio y análisis para la elaboración del libro le ha servido a Balbuena para sentenciar frases como que «los masones eran buenos, lo malo era la masonería» o que «en España la masonería fue nefasta para el país al carecer de unidad de criterio».

El libro de la editorial Akrón cuenta entre otras características con la réplica, en la portada, de la obra «La verdad, el tiempo y la historia» de Goya, una alegoría al progreso científico y económico que actualmente se encuentra en el Museo Nacional de Estocolmo.