La historia demuestra que casi todo es justificable si el motivo es lo sobradamente intenso. La derecha asturiana escenificó ayer un motivo para justificar su ruptura: una ruptura más que sabida y que sólo necesitaba una excusa. En esta ocasión el orden de factores sí altera el resultado. Que Foro Asturias y el Partido Popular basen su ruptura en la discrepancia de quién ha de ocupar la Presidencia después de haber asegurado que cabía un acuerdo de Gobierno evidencia que ganas de pactar no había, y que se ha buscado la excusa más trivial y penosa. Mercedes Fernández debió haber planteado desde un principio, con firmeza, su deseo de liderar un Gobierno de derechas. Y haberlo establecido como condición inexcusable, antes de haber alumbrado ficticias posibilidades de Gobierno compartido. Llegamos, pues, a una situación para la que bien podíamos habernos ahorrado el viaje. La lectura final es que si gobierna Javier Fernández lo hace como partido más votado y ante una oposición que pocos discursos podrá hacerle sobre responsabilidad.