Marta PÉREZ

Ejercían la prostitución durante más de doce horas al día, descansaban dos días al mes y recibían como salario menos de 20 euros diarios. Si se quejaban de algo, les imponían una sanción económica. Hartas de esta situación, dos jóvenes rumanas se armaron de valor y decidieron acudir a la comisaría de la Policía Nacional de Avilés para presentar una denuncia. Su acción hizo posible el desmantelamiento de una red de tráfico de seres humanos con fines de explotación sexual. Hasta el momento han sido detenidas tres personas relacionadas con esta red delictiva: el dueño de los locales de alterne donde las jóvenes ejercían la prostitución, su «chico de los recados», que trasladaba a las jóvenes de un club a otro, y la «madame», que ejercía un férreo control sobre las chicas.

Según informó ayer la Policía Nacional en un comunicado de prensa, las jóvenes rumanas que se presentaron en comisaría explicaron que habían accedido a ejercer la prostitución en clubs de alterne con unas «condiciones laborales» que más adelante no se cumplieron. Las jóvenes se sintieron engañadas porque su «jefe» no les pagaba lo acordado, y además el trato que recibían era «infrahumano».

Los tres detenidos ocupaban papeles muy diferentes en la gestión del negocio. Así, el dueño de los locales era el encargado de establecer el «contrato laboral» con las chicas y las condiciones económicas. En base a ese acuerdo, el dueño del local se quedaba íntegramente con el dinero del primer servicio del día realizado por las chicas. De los siguientes «pases» -así denominaban a cada servicio- las chicas debían recibir entre 5 y 10 euros. El dueño de los clubs también les había prometido que se repartirían al 50 por ciento el dinero obtenido por las consumiciones efectuadas por los clientes en la barra del bar. Según las chicas, ninguno de los términos acordados se cumplió. Del dinero de las consumiciones no vieron un euro y de los «pases» muy poco. Para reducir el salario de las chicas, el dueño del local estableció un sistema de multas que las jóvenes debían pagar puntualmente.

Aquí entra en juego la segunda detenida de la red, la «madame». Esta mujer era la encargada de pagar a las chicas, pero el sueldo siempre era menor de lo acordado porque del montante total a percibir restaba el dinero de sanciones por incumplir sus normas. Las multas que imponía la «madame» se apoyaban en las circunstancias más peregrinas. A una chica le multaron por taparse con una manta mientras practicaba sexo porque tenía frío. A otra chica por retirarse a su habitación cinco minutos antes del cierre del local. También eran habituales las sanciones económicas por no querer mantener relaciones sexuales con determinados clientes. El objetivo principal de este sistema de sanciones, explica la Policía, era reducir el sueldo de las prostitutas.

El tercer detenido de la red, el «chico de los recados», desarrollaba dos tipos de trabajo diferentes para el dueño de los clubs. Por una parte, era el responsable de las labores de seguridad en el interior de al menos uno de los locales. También se encargaba de recoger a las mujeres en sus domicilios y de trasladarlas a los locales de alterne.

Según los datos que maneja la Policía Nacional, además de todo esto, las condiciones higiénicas en las que las mujeres debían ejercer la prostitución eran totalmente insalubres: sólo les facilitaban un preservativo y unas sábanas desechables. La Policía Nacional procedió a la detención de estas tres personas como presuntos autores de un delito de tráfico de seres humanos. En el registro de los locales de alterne y en los domicilios de los detenidos se localizaron varios sobres con dinero de la recaudación -unos 950 euros-, así como anotaciones de los servicios sexuales realizados por las mujeres. Los tres han pasado ya a disposición judicial.