Mónica G. SALAS

La ría tiene dos caras. La más conocida es la que sirve de fachada litoral a la ciudad y por la que pasean cientos de avilesinos cada día: el puerto deportivo, la rula vieja, el centro cultural Niemeyer y los tres conos que hunden sus raíces en el paseo marítimo son algunas de las estampas que se pueden contemplar en esta margen, la izquierda. Pero hay otra orilla, no tan concurrida y bastante más desconocida, desde donde se pueden contemplar bellos espacios naturales, playas y peñascales. Todo eso convierte el paseo del Arañón -la senda que recorre el tramo final de la margen derecha del estuario avilesino- en un rincón para perderse, un paraje que hoy en día intenta recuperar el encanto perdido durante los años de la industrialización.

La ruta por El Arañón, que discurre por un camino peatonal inaugurado en 2001, se inicia en la margen derecha de la ría en San Juan de Nieva, un pequeño poblado marinero ligado a antiguos pescadores y barqueros que hace años se dedicaban al transporte de pasajeros por la ría. Esta localidad está formada por un conjunto de casas alineadas en torno a una calle central.

Desde este punto se disfruta de una excelente vista de la ensenada de Llodero, situada en la playa de Zeluán, perteneciente al concejo de Gozón. Aunque este espacio quedó «tocado» por la industrialización, hoy en día sigue siendo un lugar de descanso de importantes contingentes de aves acuáticas en sus pasos migratorios, hecho que convierte a la ensenada de Llodero en un importante lugar desde el punto de vista ambiental. Las gaviotas, las garzas, las aves limícolas y los cormoranes son algunas de las especies que habitan la ensenada de Llodero, algunas de ellas incluidas en el catálogo regional de especies amenazadas de la flora del Principado de Asturias. Destacan las limícolas como el «correlimos común», el «chorlitejo» y el «chorlito gris». Además, se pueden encontrar cormoranes grandes y ánades reales, entre otros pájaros.

Desde San Juan de Nieva también es accesible la playa de San Balandrán. Este lugar fue, durante años, la playa por excelencia de los avilesinos, que cruzaban la ría en barca desde la rampa del antiguo muelle pesquero. Varias generaciones disfrutaron de aquel arenal rodeado de pinos y eucaliptos, que desapareció en la década de los años cincuenta del pasado siglo debido a los dragados de la ría. El arenal, venido a menos espera ahora una segunda oportunidad.

El paseo del Arañón atraviesa uno de los arcos de la llamada Peña del Caballo, dotada de curiosas formas que la hacen atractiva a los ojos de los visitantes. Desde el camino se puede observar una especie de olas rocosas con abundante vegetación en la parte superior. El atardecer desde este punto es especialmente bonito y para mucha gente es el espacio más atractivo de todo el paseo.

El recorrido concluye en la playa de El Arañón, un lugar de encuentro para los amantes de la pesca. Esta cala está alfombrada por una franja de arena y cantos rodados; cuenta, además, con un bar y una pequeña área recreativa desde la que se pueden disfrutar de hermosas vistas marinas. El camino finaliza en este punto; las opciones de visitar rincones con encanto, no.

A partir de aquí, a través de una carretera, los paseantes se pueden acercar hasta la linterna de Avilés: el mal llamado faro de San Juan de Nieva -porque en realidad es el faro de Avilés-, desde donde se divisan las playas de San Juan, el Espartal y Salinas. Este faro, siendo «de Avilés», está enclavado en el concejo de Gozón, en concreto a la parroquia de Laviana. Se construyó en 1861 y antiguamente formaba parte del castillo de San Juan, torre que defendía la entrada al puerto avilesino. La torre del faro es troncopiramidal y se encuentra adosada en la cara norte del edificio. En el año 1963, el faro fue dotado por primera vez de luz, la que ilumina las noches de la ría.