De nuestro corresponsal,

Falcatrúas

Definitivamente, las obras públicas no son lo nuestro; tenemos el concejo lleno de fechorías cometidas por los propios bildeanos que lo atestiguan. Una de ellas es el doble túnel perforado en su día para dar paso a la carretera a través de un murallón de piedra conocido históricamente como Pena(*) Maciza, y desde la perforación como Pena Furada. Hace casi 40 años los bildeanos dejaron de pelearse entre ellos una temporada, dando paso a una tregua sin precedentes que aprovecharon para construir la vía de acceso al pueblo, un ramal desde la carretera general que sube al Puerto de Bildeo y que alcanza penosamente(**) esta población, cosa de cuatro kilómetros y pico.

Pero esos pocos kilómetros se las traen, sobre todo al llegar -desfallecidos tras una pendiente constante- a una estrecha garganta ahogada por la dichosa Pena, de ahí lo de «ahogado por la pena», una expresión originaria de Bildeo que ha dado la vuelta al mundo y que no habla de sentimientos estranguladores sino de la imposibilidad de pasar por un lugar angosto, ya ven. En esas estrecheces apenas hay sitio para que pase el río; nuestros antepasados cincelaron el camino arriero -nunca pasó de sendero- que sirvió toda la vida de acceso a esta maravillosa aldea, siglos enteros pasando como quien dice de canto, por algo dicen los vecinos de los pueblos de la zona que los bildeanos descendemos de los faraones, como los gitanos.

La Pena Furada, es una mole rocosa con forma de torreón de unos cien metros de largor, otros tantos de altor y no se sabe cuántos de gordor, porque esa dimensión está metida por la montaña p'adentro; actualmente se encuentra traspasada por dos túneles, uno lo atraviesan los vehículos que acceden a Bildeo y el otro lo utilizan los burros del pueblo para moscar en las horas de más calor. Este fue el túnel doble que dio origen a la conocida historia sobre la contratación de dos ingenieros, uno vasco y otro catalán, y que no ocurrió en Despeñaperros o por ahí. No. Fue aquí donde ocurrió todo.

Aquellos ingenieros fracasaron porque ninguno de ellos quiso dar el brazo a torcer, utilizando el castellano que ambos dominaban perfectamente, de modo que cada uno aplicó esa ciencia que llaman cabezonería para empezar a trabajar con su equipo por un extremo y trazó el avance del túnel de acuerdo con su cultura particular, a la que tenía derecho según la Constitución; el resultado fue que en lugar de un túnel perforaron dos, muy constitucionales, que nunca se encontraron.

Salieron ganando los burros del pueblo, a los que no hizo falta obtener el título de ingeniero para disponer de un sitio fresco particular gracias a la gilipollez decimonónica de los nacionalismos.

Pasaron los años, llegó la hora de unos malos aprendices de político que tratan constantemente de «poner en valor» algo, cualquier cosa les sirve, un paraje, un edificio, unas ruinas, incluso iniciativas que obstaculizaron los mismos que ahora las promocionan. Junten esa manía de poner en valor lo que sea con dineros abundantes provenientes de Europa y ya la tenemos armada. Recordarán que Bildeo tuvo cierta producción de políticos, como aquel Evaristo, que era muy listo, iba para ministro; acertó a diplomarse en Gestión de Subvenciones para Chorradas (GESUCHO) y encontró un nicho de empleo cojonudo en las Cuencas manejando los Fondos Mineros hasta que quedaron desfondados.

Al olor de las subvenciones llegaron hace poco a Bildeo, enviados por el Gobiernín, unos estudiosos de la toponimia, la mística y la idiosincrasia, materias imprescindibles en todo concejo de montaña. Venían a indagar acerca de la leyenda que envolvía al doble túnel, según la cual esa obra de ingeniería en realidad fue un desafío entre dos vecinos que empezaron a perforar la peña por los extremos opuestos, resultando ganador aquel que hubiese avanzado más cuando se encontrasen, trabajando sin ayuda de nadie, algo que podría llevarles la vida entera, dándose bien, más o menos como la Autovía del Cantábrico, gracias a los políticos que gobernaron Asturias los últimos 25 años. Venancio Quilicas no salía de su asombro:

-¿Pero a ustedes quién les contó esa milonga del desafío?

-Anda por Internet, creemos que es verdadera y que serviría de reclamo turístico.

-¿Aunque sea una trola?

-Casi mejor.

La leyenda concluía que desgraciadamente a los picapedreros se les dio mejor roer la piedra que hacer cálculos y acabaron por traspasar la peña entera sin encontrarse. ¿Equivocación? El que se equivocó fue el cura a la hora de bendecir la obra, pues sacudió agua bendita con el hisopo en la parte de los burros.

(*) En Bildeo las peñas se convierten en penas, somos así.

(**) Penosamente, porque se sufre mucho furando (taladrando) penas y suena mucho mejor que peñosamente.

Seguiremos informando.