Saúl FERNÁNDEZ

Este año es muy de San Agustín, el obispo de Hipona. Y es que este padre de la Iglesia aguzó el ingenio y soltó un día: «Da lo que tienes para que merezcas recibir lo que te falta». Y a las fiestas patronales de Avilés les falta presupuesto y, según quién sea la fuente consultada, «un poco de imaginación». Comienzan los festejos del año más barato y más crítico de todos: 130.000 euros de nada. El recorte del área de Festejos ha sido drástico: algo menos de 500.000 euros para todo el año, para cuatro celebraciones. Y la concejala, Ana Hevia, no hace más que repetir que espera que el año que viene sea mejor. La tijera aligera el programa e impide gastos de relumbrón. El nivel es el de los años noventa. Y, pese a ello, más de 5.000 avilesinos se plantaron en la plaza del Niemeyer para escuchar a Víctor Manuel, que ofreció por tercera vez en la ciudad su «Vivir para contarlo». Ganas de fiesta sobran y los hosteleros esperan carteras abiertas y movimiento en las terrazas. La ciudad comienza a vibrar.

En el Carbayedo se lo han pasado en grande este fin de semana pasado venerando a San Roque, que era un devoto medieval que curaba a los apestados con quienes se encontró en su peregrinaje a Roma. Un parque, una verbena y un puesto de comida sirven para celebrar el esplendor del verano o, simplemente, el jolgorio concentrado. San Agustín, más señorial, se celebra en toda la ciudad y la ciudad cada año que pasa se acuerda menos del obispo. Repiten el mercado medieval, el concurso de ganado (esta es la centésimo trigésima edición, record inigualable), el Festival de la cerveza (que se anuncia como el decano de los de su estilo en la comarca) y también «La Mar de Ruido», que pondrá música a los festejos. A falta de otras melodías esclarecidas que llevarse al oído están programados un concierto del músico de jazz Javier Paxariño, otro de Sara Cangas y un tercero del pianista David Gómez. También se celebrarán las XXXI Jornadas de radioaficionados.

Hay novedades: una «cumbre» de estatuas humanas, por ejemplo. Y también un encuentro de monologuistas con María La Vikinga, avilesina de pro, y Martín Pinyol, que anduvo por la ciudad hace unas pocasd semanas (cuando George R. R. Martin), entre otros.

Los hosteleros consultados por este periódico están convencidos de que el programa no es el atractivo que precisan los ciudadanos para tomar las calles: «Habrá movimiento, pero porque hay ganas de fiesta», admiten no obstante con la vista puesta en el éxito de convocatoria del parque del Carbayedo. Tras San Agustín vendrán las fiestas de Versalles, que también tienen el reconocimiento general. El santo de Hipona cierra la cartera. La crisis no será eterna.