E. CAMPO

El marino onubense que falleció hace un año en los trabajos de ampliación del puerto de Avilés se asfixió por bajar a recoger un barrote que se había caído a un compartimento estanco sin ventilar y, por tanto, sin oxígeno. Así se desprende del informe técnico que el Ministerio de Fomento elaboró sobre este accidente, ocurrido el 4 de julio en la draga «Josefa Pérez», que detecta algunas irregularidades en la gestión. La comisión permanente de investigación de accidentes e incidentes marinos recomienda a la Autoridad Portuaria de Avilés que mejore sus protocolos de actuación, especialmente en las comunicaciones de emergencia, ya que consideran que «los servicios del Puerto de Avilés no fueron conscientes en un primer momento de la gravedad de la situación», y que por eso los bomberos no llegaron hasta una hora después.

El informe también sostiene que la formación de los marinos era incompleta. Otra recomendación es al armador del buque, para que evite que se realicen aperturas de los espacios laterales de la draga en navegación, sino en el puerto. Y es que el desencadenante del accidente fue el hecho de que al desenroscar los cierres de dichos compartimentos se produjo la caída del travesaño de cierre al interior, que fue por lo que el fallecido entró en el receptáculo. La investigación determina, además, que la intervención de un tripulante de otra draga, la «Gigante», fue providencial para salvar la vida del jefe de máquinas de la «Josefa Pérez», que también se quedó sin oxígeno al intentar rescatar a su compañero.

Según el relato de la investigación oficial, la draga «Josefa Pérez» regresaba al puerto tras verter los áridos procedentes del material de dragado. Poco antes de las tres de la tarde, el jefe de máquinas decidió abrir las tapas de los compartimentos estancos laterales de la draga para airearlos, un trabajo que se realizaba cada dos o tres meses. El jefe de máquinas avisó al marinero Antonio Buenaventura para que abriera las tapas, aflojando un tornillo de unos 12 centímetros de largo que remataba en una tuerca soldada a un travesaño. Pero en los dos primeros intentos, los travesaños de cierre se desprendieron de los tornillos y cayeron al interior de los compartimentos.

Poco después el jefe de máquinas, Juan José Rodríguez Pérez, se dio cuenta de que Buenaventura no estaba. Y lo encontró en el interior de uno de los compartimentos. Primero intentó reanimarlo, sin éxito, y después avisó al patrón, que llamó a las estación de prácticos por el canal 12 de VHF. La llamada llegó también a una embarcación próxima, la draga «Gigante», que estaba a media milla, y el patrón ordenó arriar una zodiac con dos tripulantes para prestar ayuda. Pero antes de que llegaran, el jefe de máquinas se introdujo de nuevo en el compartimento, donde perdió el conocimiento, sobre el marinero al que intentaba auxiliar.

La zodiac alcanzó al «Josefa Pérez» a la altura de la curva de Pachico, y uno de sus tripulantes, Juan Carlos Pedreguera, con experiencia de buzo y submarinismo, entró en el compartimento equipado con una manguera de alimentación de aire, con la que intentó dar oxígeno a los dos inconscientes. Después consiguió sacar al jefe de máquinas, pero con Buenaventura fue más complicado debido a la estrechez de la abertura del compartimento y la gran corpulencia del marinero. Finalmente pudo sacarlo, y los tripulantes accidentados fueron trasladados al San Agustín, donde el marino falleció dos días más tarde.