Aquí estamos, otra vez, al borde de la intervención. Los mercados ya no dan un duro por nosotros y Rajoy anuncia que pedirá un «rescate virtual», en un intento de espantar el fantasma que se le aparece cada noche desde que accedió a la Presidencia del Gobierno. Pero como en las tragedias clásicas, todo parece indicar que no podremos escapar a nuestro destino: acabar convirtiéndonos en otro ejemplo griego, en una demostración más de la debilidad de una Unión Europea asimétrica que comparte moneda pero no los lastres. No da la impresión de que éste haya sido un multimatrimonio «para lo bueno y para lo malo». Veremos qué consecuencias tiene el nuevo escenario nacional para las comunidades autónomas, si se acallan los debates oportunistas y se emprenden reformas serias en nuestro modelo. Me da que al final la consecuencia acabará siendo más paro, más sacrificios y más miseria. Bienvenidos a la espiral de la muerte, ese agujero negro implacable que terminará por devorarnos.