Francisco L. JIMÉNEZ

El anuncio de que el consejo de la Autoridad Portuaria de Avilés tomó el martes la decisión de renunciar a ejecutar la tercera fase de ampliación de los muelles en la margen derecha de la ría concitó ayer la unanimidad general de los agentes económicos de la comarca en el sentido de que es una medida «adecuada» y «cargada de sentido común». Por más que no suela ser habitual que se comparta -y mucho menos que se aplauda- una decisión que implica posponer sine die una inversión pública, en este caso parece imperar cierto consenso sobre la falta de «razones de peso» para pelear por una obra que, según los interlocutores consultados, no está justificada «ni económica ni comercialmente». Incluso hay quien llama la atención sobre lo adecuado de aparcar «proyectos faraónicos» en la actual coyuntura de crisis y aboga por dedicar el escaso dinero público disponible a «objetivos más modestos pero no por ello menos importantes».

Al hilo de la renuncia a la tercera fase de los muelles de Valliniello surge inevitablemente la comparación con lo ocurrido en El Musel, donde la construcción de un superpuerto exterior hipotecó financieramente a la Autoridad Portuaria de Gijón, con el agravante de que, al estallar la crisis, empezaron a fallar uno tras otro los planes previstos para dar ocupación y sentido a los nuevos muelles construidos. «A dios gracias, las obras del puerto de Avilés siempre se han caracterizado por la prudencia; con un "muselón" ya tenemos bastante», comentó ayer fuera de micrófono un profesional del sector marítimo. La opinión de que ciertos proyectos de ampliación portuaria como los de Gijón o La Coruña pecaron de «grandonismo» está muy extendido en medios portuarios, si bien son pocos los que se atreven a expresarlo en público por miedo a las implicaciones políticas.

Los secretarios comarcales de la UGT y CC OO, Amado González y José María Guzmán Pacios, son de los que aplauden lo «razonable» de olvidarse en estos momentos de la tercera fase de la ampliación portuaria para volcarse, como es el caso, en el desbloqueo de los proyectos llamados a mejorar la comunicación de los muelles de la margen derecha por carretera y por ferrocarril. «Ya estuvo bien de obras fantasmagóricas y de proyectos faraónicos. Lo que interesa ahora es conseguir acabar, por ejemplo, el proyecto de 30 millones puesto en marcha y luego parado para conectar los muelles de la margen derecha y el parque empresarial de la ría con la autopista "Y"», apunta Guzmán Pacios. El secretario comarcal de la UGT es de la misma opinión y añade que el «paquete» de accesos debe completarse con «las infraestructuras ferroviarias precisas para que los trenes de Feve y de Renfe lleguen a pie de muelle». El líder ugetista sostiene que «la tercera fase de la ampliación no habría que hacerla ni aunque la situación económica fuese boyante porque la cifra de tráficos portuarios no justifica la obra; otra cosa será cuando el Puerto roce los 8 millones de toneladas».

El presidente de la Cámara de Comercio de Avilés, Francisco Menéndez, considera que «es tan evidente que no hay dinero para acometer la tercera fase de la ampliación portuaria que sobra todo comentario acerca de la renuncia a la misma; mi preocupación actual es el corto plazo y gira en torno a que haya fondos para acabar las obras de la segunda fase y en que el Puerto logre mantener los tráficos y, si es posible, ir mejorándolos paulatinamente».

Ramón Cotera y Jorge Rodríguez, responsables de sendas empresas consignatarias asentadas en Avilés, coinciden en que «lo que sobra en el puerto avilesino es espacio libre en los muelles», un hecho que les lleva a concluir que la tercera fase de la ampliación «puede esperar». Ambos coinciden en que sólo el crecimiento de los tráficos anuales a 8 millones de toneladas (son poco más de 5 millones en la actualidad) justificaría la inversión ahora pospuesta.

El presidente del Puerto, Santiago Rodríguez Vega, matizó ayer que la renuncia tratada en el pasado consejo de la Autoridad Portuaria «se refiere a la no ejecución del proyecto en el horizonte temporal que comprende el plan de inversiones (2012-2016) remitido a Madrid, pero es ningún caso es una renuncia absoluta; más bien deberíamos hablar de aplazamiento del proyecto hasta un momento de coyuntura más favorable. Si el Puerto necesita crecer algún día, el proyecto estará ahí y sólo habrá que reactivarlo».

El que era presidente del Puerto cuando vio la luz el proyecto de ampliación en tres fases, Manuel Ponga, dijo comprender que la crisis es un «serio contratiempo» para hacer realidad la totalidad del plan, pero expresó su convencimiento de que «ésta será una obra a recuperar en cuanto haya condiciones económicas; la crisis no va a siempre».