Illán GARCÍA

La poetisa Natalia Menéndez (Avilés, 1973) definió su última colección de versos como «un rifle de asalto poético o, tal vez, versos en pie de guerra». La avilesina presentó ayer en el Club LA NUEVA ESPAÑA de Avilés «El síndrome Kalashnikov» (Trabe), «un libro cuya lectura provoca frío, pero también calor, hasta llegar al incendio», recalcó el periodista y escritor Saúl Fernández, que, junto a la editora Esther Prieto, acompañó a la escritora.

Menéndez abrió su intervención declamando lo que ella misma definió como «una irreverencia» propia: «Sueño con perder la compostura / en algún sueño que soñases tú». A partir de ahí desgranó las tres partes en que está dividido su libro. Ofreció una lectura de sus poemas. Fernández, previamente, había desgranado los detalles que, a su juicio, definen «El síndrome Kalashnikov»: «En este libro hay frío, pero también calor. Hay paisajes. Y también ruinas. Hay sexo. Y cenizas. Pero lo que hay de verdad, lo que sobra por todos sus poros, son enormes, gigantescas, ganas de poner orden en el mundo. ¿Lo consigue? Ya me lo contarán», apuntó el periodista. En esto coincidió con el diagnóstico ofrecido por la propia autora: «El poemario plantea numerosas preguntas y sólo ofrece algunas respuestas», aseguró Menéndez.

Esther Prieto explicó, parafraseando al legendario grupo rock «Golpes bajos», que «estos no son buenos tiempos para lírica». Y, pese a ello, la editorial apostó el año pasado por una nueva colección de libros de poemas: «Esta vez, en castellano». Prieto apuntó que «la colección no tiene nombre, pero igual no estaría mal llamarla "Avilés"», bromeó la editora. Y es que el primer número de la colección fue «No recuerdo un invierno tan frío como este», de Esperanza Medina. «Y, ahora, viene Natalia Menéndez», añadió. Se da la circunstancia de que tanto Medina como Menéndez son colaboradoras de LA NUEVA ESPAÑA.