Deán de la catedral de Oviedo

Benito Gallego Casado, deán de la catedral de Oviedo, ofreció ayer una conferencia en el marco del ciclo «Creo, Creemos» de San Nicolás de Bari. Su ponencia, «Creo en el perdón de los pecados».

-¿Son perdón y pecado temas de actualidad?

-Estadísticamente hablando, seguramente no. Pero son términos muy de la doctrina y del sentir cristiano. Es el amor de Dios sobre todo, que viene a liberarnos del pecado y a salvarnos.

-¿Pero sigue vigente el concepto de pecado?

-Es un concepto religioso, indudablemente, desobedecer el plan de Dios en nuestra vida. Muchas veces queremos hacer algo, y fracasamos. Y eso es, la Iglesia lo explica, debido a las secuelas del pecado original. Hay un desorden en nuestra propia naturaleza que nos lleva a no hacer algo bueno que teníamos previsto hacer. Esa conducta desarreglada nos lleva incluso a perder la paz, porque nuestro comportamiento no está de acuerdo ni con nuestra conciencia.

-Su charla se enmarca en el ciclo «Creo, creemos». ¿Siguen siendo válidas las creencias de la Iglesia, en pleno siglo XXI?

-Es que el hombre, desde que es hombre no ha cambiado mucho. El credo es el resumen de nuestra fe, que deberá de reflejarse en nuestra vida. El papa Benedicto XVI consideró que debía hacer una llamada de atención respecto a la fe, que los cristianos seamos capaces de vivirla con una alegría contagiosa, sin dejarnos guiar por las reglas del juego materialistas que se estilan muchas veces en la sociedad.

-Como deán, suya es la tarea de organizar la pastoral de la catedral. ¿Qué balance hace?

-La catedral tiene una función muy concreta: es la iglesia del obispo, y organiza el culto de celebraciones litúrgicas, especialmente diocesanas. Son celebraciones que reflejan lo que creemos y lo que queremos hacer. También la pastoral de acogida de peregrinos y visitantes... Además soy el penitenciario, llevo todo el tema de confesiones: cada día mi confesionario está abierto no sólo para confesar sino también escuchar.

-La Iglesia suscita muchas críticas, lo que no evita que sea centro de atención e interés.

-El Señor ya lo decía. Él era punto de referencia, pero no siempre para recibir alabanzas. A Él le criticaron sin razón, a la Iglesia a veces con ella. En el fondo está la incomprensión, el choque entre lo sobrenatural y lo humano. Estos días vemos cómo se interpretan algunos temas desde perspectivas de tipo económico, político...

-¿Habla del relevo en el Vaticano?

-Sí, entre otras cosas. Hay que colocarse en la perspectiva adecuada, si no es imposible. Por otra parte la Iglesia tiene que seguir proclamando el Evangelio, que es la buena noticia, de salvación y de amor. Dios es amor, y nos pide que amemos a todos, incluso a quienes nos critican. Otra cosa sería no entender el mensaje del Señor.

-La renuncia del pontífice ha dejado gran revuelo. ¿Puede el Espíritu Santo abandonar a un papa, ya que se reconoce sin fuerzas para seguir su labor?

-El pontífice es un hombre. Las fuerzas humanas son también necesarias. Él ha visto en la presencia de Dios que seguramente sería mejor ponerse a un lado, y por el bien de la Iglesia, ha renunciado. Y se ponen en marcha los mecanismos de relevo como si hubiera fallecido. Choca porque hemos visto a Juan Pablo II aguantar hasta el último instante. Pero Benedicto XVI optó por retirarse.

-¿No hay entonces guerras en el Vaticano?

-Tenemos que aceptar lo que el mismo papa ha dicho. En todo lo humano hay cosas, qué duda cabe, pero no una guerra, eso no tiene nada que ver con lo que sucedió. Benedicto XVI es humilde y fuerte, y no es fácil dar ese paso.

-¿Qué destaca de Benedicto XVI?

-Es una cabeza privilegiada, una persona muy humilde, muy suave. Nos ha ayudado mucho en lo doctrinal. Tuvo naturalidad y fortaleza ante temas difíciles como todo el tema triste de la pederastia.

-¿Fue quien cogió la sartén por el mango en este asunto?

-Sin duda, y no es fácil. Ha habido dos destituciones de obispos al mes, personas que no tuvieron fortaleza. Es un tema difícil, que depende de muchas situaciones, muchos son personas enfermas?

-¿Qué espera del próximo?

-Que sea un hombre de gran formación, con sabiduría, fortaleza y santidad, humildad. Un hombre de fe con claridad de ideas.

-¿Quiere añadir algo?

-Tenemos que estar alerta ante la crisis, no podemos mirar para otro lado. Toda la colaboración será poca.