Estaba a punto de arrancar el coche y me quedé observando la nota en el limpiaparabrisas. Recapitulé las horas pasadas y me acordé de que había aparcado antes de comer. Se me había pasado la hora de la tarde y mi inconsciencia me supuso la sanción que ondeaba en el cristal. Ante esta nueva sodomía municipal, me dirigí con mi papeleta hacía el parquímetro, después de verificar que estaba premiada con motivo de estacionar en el parque del muelle.

Quiero aclarar que cuando digo estacionado en el parque no me refiero a que mi vehículo se encontrase dentro de la fuente, ni subido al quiosco de la música, y por supuesto no interrumpía el tránsito de vehículos o personas; si así hubiera sido, posiblemente fuera remitido al tribunal de La Haya. Existía posibilidad de pagarla en dos horas y media por un módico precio.

Suerte que disponía de dinero en monedas y la cantidad exacta, pues sabía que la máquina no devuelve cambio. Pasaba exactamente un minuto del plazo estipulado según indicaba el resguardo, pero pensé que en un expendedor incapaz de hacer restas para darte el cambio se entendería como admisible un margen de error. Con esa idea di por zanjado el asunto.

Hoy he pagado la multa. Traducido: un minuto, 80 euros. Es un hecho real y cualquier parecido con la realidad no es coincidencia, es que le ha pasado a otro ciudadano. El ser humano es bueno por naturaleza, o eso quiero creer, pero está inmerso en un bucle social y en ciertos estados carenciales de recursos, con problemas sin solución en el ámbito general que repercuten inevitablemente en lo personal, donde nada fluye con honestidad sino con discordia, en una sociedad donde el problema lo tiene siempre otro o no importa lo mal que te encuentres siempre y cuando alguien esté peor. Es cuando llega la Administración y te ahoga y te maltrata de una forma totalmente desproporcionada.

Posiblemente no sea la solución, pero si eres insolvente, bien por evitar toda la carga impositiva o bien porque la vida te ha conducido a esa posición, obtendrás algo en esencia desleal pero en el fondo alentador: lograrás poder decidir cuándo pagar el canon de vivir en una sociedad libre.