Marino jubilado, vigilante del nuevo puerto del Gayo

Luanco,

Illán GARCÍA

Ramón Gutiérrez Costales, «Limón» (Luanco, 1943) comenzó a trabajar en la mar cuando apenas tenía 14 años. No tenía aún el permiso de pesca. «Antes se llamaba libreta», apostilla este hombre de 70 años, ya jubilado, que desde muy joven estuvo vinculado a la mar. De hecho sigue, en cierta manera, ligado a asuntos marítimos ya que es el vigilante del nuevo puerto del Gayo. Se dedicó a la pesca de bajura y trabajó también en barcos mercantes todo ello hasta 1998, año en el que se retiró. «Fui a por merluza, besugos, congríos, de todo... y cuando estaba en la mercante, navegué en el " Nuestra señora del Carmen II", en el "Fruela", en el "Favila", entre otros y solíamos cargar madera y frutas, principalmente en Marruecos», afirma «Limón». LA NUEVA ESPAÑA continúa con esta entrevista realizada en el puerto del Gayo su serie «Luanquinos», que intenta repasar los entresijos de esta villa a través de la vida de los vecinos.

-Cuando empezó a trabajar en la mar, en los años cincuenta, ¿cómo era Luanco?

-Como ahora. Bueno, en realidad, creció mucho. Y siempre fue muy guapo. Por ejemplo, en Los Laureles, había tres o cuatro caserías, en Altamira, otras tantas y ahora está plagado de casas. Luanco olía a pescado por las cuatro conserveras que había antes y también había

-¿Cómo se vivía por aquel entonces?

-Se vivía de lo había, del pescado. Por ejemplo, mi padre cobraba de aquella mil pesetas al mes.

-La pesca era un sector importante en aquellos años.

-Había trabajo. Íbamos todos los días, sábados, domingos y festivos. Había que sacarse el jornal según el trabajo realizado, de aquella no teníamos sueldo.

-Y en aquella época, el puerto viejo estaba a pleno rendimiento ¿No es así?

-Entraban un montón de barcos de chicharro, por ejemplo, y había un buen puñado de embarcaciones. Ahora apenas hay nada, hay «cuatro» lanchas de pesqueros. Es una pena que la pesca no esté como antes. Los jóvenes no quieren trabajar en la mar y los dueños de los barcos, cuando se retiran, lo dejan. En Luanco, siempre habrá pesca y, pese a todo, habrá gente que siga en ello.

-¿Qué le parece el puerto nuevo?

-Es lo mejor. Aunque tiene que mejorarse mucho más. Quedan muchas obras por hacer. Por el momento, hacía falta que se colocara un distribuidor de gasoil y gasolina para los barcos y una grúa para las embarcaciones. Da abrigo a los barcos y eso se nota en cantidad. Ahora hay más barcos deportivos que pesqueros, pero muchos de ellos anduvieron a la mar muchos años.

-Se ha dedicado toda su vida a realizar trabajos vinculados con la mar y con la pesca, sin embargo, en los últimos tiempos Luanco se centra más en el sector turístico.

-El turismo es importante y cada vez hay más. La gente que pasa el verano en Luanco deja ganancia, pero ahora con la crisis, digo yo que se tendrían que bajar un poco los precios para poder ir a más.

-¿Está Luanco preparado para el turismo?

-Cuidamos bien a los que vienen de fuera.

-Volviendo a su labor profesional. Trabajó en la mar durante años y el sector se modernizó. Por ejemplo, ¿fue a capturar percebes?

-Saltábamos a las piedras igual que ahora, pero antes no teníamos un traje especial, llevábamos un pantalón de lona y un saco para guardar las capturas. Eso sí, de aquella no había cupos.

-Se retiró a los 55 años. Sin embargo, aún no ha parado y se dedica, ahora, a trabajar como vigilante en el puerto del Gayo...

-¿Sabe cuando fue el último día que navegué?

-Cuente.

-Estábamos donde el muro del Gayo con una embarcación que se llamaba «Ermita de Santana» y mi compañero Luciano y yo fuimos a pique. Nos rescató una lancha. Desde entonces dije: «Me voy de la pesca». Aunque de vez en cuando añoro navegar. Hace un par de meses, me dijo un amigo que si quería hacer una campaña con él en el extranjero. Yo dije que no, que ahora sigo con la mar, pero en tierra.

-¿A qué se dedica en el Gayo?

-Cuido los barcos y el puerto y aquí paso la mañana y la tarde atendiendo a las personas que vienen. Si uno necesita una llave para entrar a los pantalanes, aquí estoy yo. Sigo vinculado a la mar que es lo que más me gusta y además, los del Club Marítimo se portan muy bien conmigo, no hay queja.

-¿Si deja este trabajo, qué haría?

-Nada. Cuando lo deje y deje de estar ligado a la mar será cuando me lleven para Santana (al cementerio).