M. M.

-¿Qué recuerda de su infancia en Campañones?

-Hace tanto tiempo que tengo ya muy pocos recuerdos. Pero si algo hay que destacar es que por aquel entonces los críos en lugar de ir a la escuela debíamos llindar les vaques-, sentencia Esther Suárez Bango, una vecina de Campañones de 72 años que apenas pierde la sonrisa.

«Ahora hay pastores eléctricos pero antes éramos los neños los que teníamos que ir con los animales», reitera esta mujer que ahora tiene alguna vaca roxa «más que nada para que mantengan limpias las fincas». Suárez Bango dedica aún hoy su tiempo a la ganadería y a la agricultura, para consumo doméstico. Planta cebollín, lechuga, tomate... «Si hay sol en Campañones se da muy bien la huerta», reconoce.

Tampoco duda esta vecina en vestirse la bata, las botas de goma y la gorra con visera para limpiar las aceras próximas a su vivienda. «Cualquiera que me vea pensará que soy empleada municipal», reconoce con humor, en alusión a la fotografía superior. Fesoria en mano y con carretilla, Esther Bango tan pronto prepara un «cuadrín de terreno» como que quita las malas hierbas.

«Hay que hacer de todo, aquí lo aprendimos desde que éramos críos», dice Esther Suárez Bango, una enamorada de Campañones aunque como su marido, Alfredo García, espera dejar de sufrir ya los problemas derivados por la proximidad de Cogersa.